Querer convencernos que jamás se ha hecho el ridículo de una forma u otra en la vida, tendría que convencernos de verdad además de querer. Y es que si observas, piensas, razonas y sacas conclusiones, entiendes mejor aquello de que“el que esté libre de pecado que tire la primera piedra”, como se puede  entender mejor el que Caín matara a su hermano Abel porque creia que era el preferido de Dios, osea, por envidia. Y si me apuras, que Eva ofreciera una manzana a Adán y este cayera en picado con todas sus consecuencias, tampoco nos debería extrañar a estas alturas del panorama visto, vivido y conocido.

Por lo tanto, que tanto monta monta tanto Isabel como Fernando, no es un descubrimiento de hace unos siglos de cuando aquellos reyes, a los que apodaban católicos, hacían y deshacían a su antojo. La cosa, aunque parezca mentira, viene de lejos, tan, tan lejos, que lo primero que deberíamos intentar descubrir, si somos capaces y siempre dentro de nuestras humildes posibilidades, es quien narices escribió lo de Adán y Eva; lo de Caín y Abel o lo de “tirar la primera piedra” y con que objectivo. Quién, porque sin duda no era un cualquiera, nada de cuatro que fumaban marihuana o escribieron lo que les contaron, y hoy tenemos una confirmación más confirmada que nunca, si observas, piensas, razonas y sacas conclusiones de todo un mucho.

El que fuera que escribiera ese libro llamado Biblia, sabia del tema. Seguramente, había estudiado mucho sobre todo ello o le gustaba estar informado al detalle en tiempos en los que el detalle máximo era poder comer; poder dormir blando por la noche o que no te pegaran una paliza para robarte lo que no tenías. Tiempos aquellos, en los que wassap, televisión, coches, aviones… era impossible siquiera suponerlo y donde, como hoy, el humano mantenia su esencia de “mal parido”…. De egoista, envidioso, mentiroso, manipulador, su esencia de malo aunque en su fondo fuera bueno. Porque tampoco vamos a negar que los humanos, en general, somos buenos. Al menos al nacer parece evidente que lo somos. Parece. Casi todos.  Eso creo yo. La conversión viene luego con las experiències, vivencias, los años. Y en unos más que en otros y a cada cual según sin so sobre tras. Aprender de todo ello, ya depende de la capacidad de cada uno y de ahí sus circunstancias.

Tener consciencia de la importància de observar, pensar, razonar y sacar conclusions, es el todo

Plantearse pues, que la Biblia no es un libro cualquiera, es empezar a observar, pensar, razonar y sacar conclusiones. Tener claro que de lo que nos pretenden hacer creer a través del miedo sobre sus orígenes y contenidos, la mitad de la mitad el cuarto de mitad mejor… pues también. Que la lucha entre la verdad y la mentira es constante desde que el mundo es mundo, parece tan confirmado como el enfrentamiento perpetuo de buenos y malos, y todo ello observado, pensado, razonado nos debería llevar a evolucionar de forma más precisa, rapida y satisfactòria hacia ese mundo que tanto ansiamos y se nos resiste a pesar de los buenos deseos de cada primeros de año desde hace siglos, que no es otro que el de la cordialidad, la paz, la convivencia, solidaridad donde todos tenemos nuestro espacio, todos somos necesarios y a cada cerdo le llega su san Martín. Dicho más brevemente con aquello de: “feliz año nuevo”.

Tener consciencia de la importància de observar, pensar, razonar y sacar conclusions, es el todo de cuanto nos propongamos y sea cual sea tu forma de entender o tus ideas, sin esa base y la coherencia que proporciona ponerse en el lugar del otro, ni Biblias ni el Kamasutra sirven de mucho ni siquiera con sus puestas en escena y sus ejemplos. Y es que la evolución es lenta pero no tonta, como el buen entendedor que con pocas palabras bastan y no necesita darse golpes de pecho para demostrar que ama al prójimo como a si mismo. y, por lo cual, actua en consecuencia de hecho que de palabra es excesivamente fácil y aburridamente habitual.