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Al lector tal vez le sorprenda saber que el número de cuentas bancarias sin uso, cuentas olvidadas como se podrían definir, se cuentan por decenas de miles. Tal vez, pensando un poco, descubra incluso que él mismo posea alguna cuenta no cerrada de la que había perdido toda noción, o, en casos más extremos, haya sido uno de esos desafortunados a los que años después una reclamación de descubierto les recuerda la cuenta que no cerraron en su momento.
Sea como fuera las cuentas abandonadas generan todos los años un buen puñado de disgustos y (en mucha menor medida) algunas sorpresas agradables. Merece la pena repasar que es lo que ocurre con estas cuentas cuando nos olvidamos de ellas y cómo pueden acabar repercutiendo en nuestras economías domésticas.
imagen DasWortgewand