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Cocina de raíces mendocinas con especialidades de la casa y clásicos porteños
Los barrios porteños evolucionan con una onda que se percibe novedosa y que, por ejemplo en Boedo, modifica un poco su perfil, volviéndo la zona más movida, con bares y música no sólo tanguera sino todas las populares, con mesas en las veredas, teatros, bailes, etc: una ampliación del espacio público tanto para los vecinos como para los visitantes, con nuevos locales y renovaciones en los existentes, de modo que crecen las propuestas y el bullicio también. Un ejemplo del tema es este restaurante-bar-galería de arte-espacio tanguero-teatro-fundación cultural. que ya existía desde el 2002, pero cambió la onda sin renunciar a su estilo. Se percibe en la propuesta la energía "usina creativa", diversas artes, actividades y oficios, incluyendo el arte culinario. El lugar es amable, con una simpática barra, denominada por la casa "mostrador de almacén", lo que remarca la búsqueda de una identidad vinculada con las tradiciones del barrio.La casa, combina clásicos porteños con especialidades del lugar, sumando la extensa variedad de más de 60 propuestas, varias de ellas interesantes por la variedad de ingredientes y combinaciones, como "la picada de mi barrio" (albondiguitas, empanadas, pastelitos, pizzitas, ensalada verde, tomates desecados, tabuleh, pallarés en ensalada, quesito, humus), la brusqueta de berenjenas (tostada de pan integral, colchón de espinacas, rodajas de tomates, morrones y berenjenas asadas con parmesano), el "plato criollo" (arroz blanco, hebras de carne maceradas, espinacas salteadas y hojas verdes frescas), la "milanesita campechana" (con cebollas asadas, queso fresco y parmesano) o la "con poncho" (queso fresco, berenjenas y morrones asados, albahaca y pimienta), etc. Las preparaciones se inclinan por los sabores clásicos, si bien con pequeñas sorpresas y originales creaciones. Una recorrida por el barrio deja la impresión de que el cambio tiende a generalizarse, aunque manteniendo signos de identidad que sería una pena se perdieran. El público -locales y visitantes- se concentra, pareciera, en la tradicional zona de San Juan y Boedo, pero llama a investigar otros rincones, o sea: el barrio cambia sus sonidos y luces sin renunciar al pasado ni a la buena mesa.
Un nuevo restaurant en la zona de Boedo hace extrañas combinaciones gastronómicas