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Desde más allá de Cafayate, pasando por todos los pueblos de la ruta 40, que atraviesa las provincias de Salta, Tucumán y Catamarca, podemos encontrar esta rara cualidad de los vinos artesanales
Hay en el Valle Calchaquí una tradición vitivinícola especial: el "vino patero", cuyo sabor completo exalta el paladar de los sommeliers y conocedores de vinos en general.
Desde más allá de Cafayate, pasando por todos los pueblos de la ruta 40, que atraviesa las provincias de Salta, Tucumán y Catamarca, podemos encontrar esta rara cualidad de los vinos artesanales, cuya producción, en principio desde hace más de un siglo, estaba dedicada íntegramente a abastecer de vino a la familia productora, durante todo el año, hasta la próxima cosecha.
Estos vinos familiares se hacían, básicamente a partir de cepas criollas, incubados a veces en robles, algarrobos o botellones de vidrio, produciéndose vinos jóvenes que raramente pasaban del año, desde la pisada "en patas" en lagares de cuero, hasta ser servidos en la mesa, en sus tres variedades: torrontés, tinto y mistela.
Actualmente la producción de "vino patero" se redujo notablemente, a consecuencia de la disminución de la cultura rural en las tres provincias, y por otra parte debido también a la profesionalización de muchas de estas "bodeguitas familiares", que ahora se dedican a la producción de cepas de alto valor comercial, cuya finalidad es la exportación, aún en cantidades limitadas; estos nuevos vinos de viejo cuño familiar han sumado a la producción distintos métodos industriales, como la clarificación, que los "vinos pateros" no tienen.
Uno de los lugares en donde aún se conserva a rajatabla la producción familiar artesanal de "vinos pateros", se encuentra en la localidad de Los Zazos, en Amaicha del Valle,
Uno de los lugares en donde aún se conserva a rajatabla la producción familiar artesanal de "vinos pateros", se encuentra en la localidad de Los Zazos, en Amaicha del Valle, y la modernidad no ha afectado aún a sus productores. Las cantidades anuales de producción por familia no sobrepasan los 1.000 litros por núcleo productivo, y si bien se han sumado algunas cepas "varietales" como el malbec, aún la base de sus vinos es la uva criolla y la torrontés, y el método artesanal.
Los turistas, sobre todo los europeos, sienten especial afinidad por el "patero", y hay bodegas familiares como la de Esteban Siñeriz, cuya producción anual, de unos 500 litros, a veces no llega a ver el año de "guarda".
Los vinos "Zazeños" se han ganado la reputación de excelentes, y sus características son la completitud de sus sabores y levaduras, la dulzura natural del vino casero (debido a su juventud), de generosa graduación alcohólica, y la característica "borra" que nos anuncia que ningún proceso industrial de "filtrado" se les ha aplicado.
Estos vinos familiares se hacían, básicamente a partir de cepas criollas, incubados a veces en robles, algarrobos o botellones de vidrio,
Este nicho productivo familiar se resiste a los avances de la vitivinicultura, y sus productos apuntan a un mercado reducido, pero con "buen paladar" vínico.
Por Jorge Ernesto Siga