De como la revolución pretende deformar la historia apropiándose de hechos que le son ajenos. El 20 de mayo podría representar el quiebre definitivo de la democracia venezolana. El exorcista criollo luego de fracasar es enviado a recargar baterías allende los mares
Si algo ha caracterizado a este gobierno es su accionar inescrupuloso, amparado en el total desconocimiento de la constitucionalidad, con el auspicio de los poderes públicos secuestrados y el amañamiento de algunos hechos históricos, ante la actitud timorata de una oposición que aún no despierta del letargo consumista de cuatro décadas, durante las cuales se negaron a orientar recursos del erario nacional para corregir la descomposición social que a diario se multiplicaba en el fértil terreno de las zonas marginales del país, donde los ancestros y algunos de los actuales jerarcas, con el experto asesoramiento de las huestes de Fidel, les inculcaban a sus habitantes, sobredosis de reconcomio, dando por hecho que sus penurias, que ciertamente sufrían, eran consecuencia del afán explotador de la oligarquía para acumular riquezas. Esa situación devino en el llamado caracazo, una explosión espontánea de voluntades hastiadas de mal vivir, frente a desgobiernos cuyos dirigentes, no solamente no ocultaban la opulencia en que vivían; es que además, se ufanaban de ella. Consideraron entonces, los castro comunistas de la época, algunos de ellos, hoy en el poder, una ocasión propicia para aprovechar la revuelta en beneficio propio y de los intereses cubanos que defendían con pasión, induciendo a gente inocente a cometer actos vandálicos como saqueos y quema de propiedades que permitieron justificar al gobierno de turno, la utilización de las fuerzas armadas y policiales, en resguardo del orden público y de la integridad de las personas. Hubo excesos de lado y lado. Son miles las pequeñas y trágicas historias que enlutaron a muchos y arruinaron a otros tantos; sin embargo, del hecho histórico, totalmente exento de ideología política, pretenden apropiarse los actuales mandatarios, para convertirlo en algo así como el hito que marca el inicio de su desprestigiada revolución bolivariana, hoy navegando sin brújula en aguas tormentosas de corrupción, que hace presagiar su próximo naufragio. Este preámbulo, me permite de un solo salto, adentrarme en el tema electoral del próximo 20 de mayo, porque este si podría constituir el punto de partida de un régimen confiscatorio de las pocas libertades de las cuales disponemos, eso sí, con algunas condiciones; puedes decir y hacer lo que quieras, pero te atienes a las consecuencias. Si lo actuado o dicho por algún ciudadano es falta, delito o motivo de alabanza, lo determinará prudencialmente la plenipotenciaria e inefable instancia supraconstitucional en funciones, y procederá a disponer lo conducente. En otras palabras, pórtate bien, porque si lo que haces no me gusta, pues lo declaro delito y te penalizo retroactivamente. Pecado, diría mi vieja. El actual panorama no me gusta, me recuerda una escena de la exitosa película El Exorcista, cuando el sacerdote se aprestaba a entrar a la habitación donde la joven poseída por el demonio permanecía amarrada a su cama para evitar que se hiciera daño. Si entraba, como lo hizo, y desalojaba el espíritu de la joven, quedaría demostrada la presencia del maligno en ese cuerpo, y así ocurrió; pero al hacerlo, el sacerdote corría el riesgo de morir, lo cual también ocurrió. En el caso que nos ocupa, contamos con un Exorcista para tratar a la joven que no es tan joven. Si lográramos desalojar al maligno de este cuerpo bello, fuerte, pleno de energía y con muchísimos años de vida por delante, seguramente se recuperará prontamente y habremos demostrado al mundo que estaba poseído; pero, ojo: a última hora, el Obispo que autoriza, controla y supervisa el Acto, previsto para las seis de la mañana del Domingo XX, lo adelantó para la noche del Domingo XX-YY. Le ha prohibido a nuestro Exorcista utilizar la Biblia y el Crucifijo; en lugar de la sotana debe usar bermudas y franela; el agua bendita está contraindicada porque podría causar afecciones respiratorias a la víctima. En previsión de accidentes, debe despojarse de sus lentes correctivos y usar en su lugar lentes de sol; por lo demás, le da todas las garantías necesarias para que la operación resulte exitosa, recordándole eso si, que solo podrán ingresar a la habitación, las personas debidamente autorizadas por el Obispado. Nuestro Exorcista tiene la experticia para practicar el ritual y con la aprobación del Obispo lo hizo, pero las condiciones impuestas, hicieron nugatoria su labor, y la autoridad eclesiástica hizo constar que cumplidos los requisitos de rigor, el enviado de la Iglesia, apegado a las normas establecidas, no logró expulsar del cuerpo supuestamente poseído, al supuesto espíritu demoníaco, ordenando así mismo, difundir por todos los medios el resultado del Acto, informando a los interesados que por razones de salud, la presunta víctima no podrá ser sometida a tratamientos similares sin la necesaria autorización de esa jerarquía. Por su parte El Exorcista, reconoce la imposibilidad de haber logrado el objetivo, arguyendo como principal causa de su fracaso, la carencia de la fuerza espiritual necesaria que debía recibir mediante la oración de quienes lo apoyaban. Deja constancia igualmente que por segunda vez en poco tiempo, es víctima de esta dolorosa experiencia, lo cual le obliga, previa autorización de las autoridades eclesiásticas que rigen su conducta, a viajar a destino desconocido con miras a rescatar los niveles espirituales venidos a menos, luego de tan ardua actuación.
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