La visión desde el punto del vista del amante
Ser el amante. ¿Cuestión de unos pocos valientes? ¿Es fácil ser amante de una persona casada o con pareja? Cuestiones como ésta se preguntan cada día personas que como yo, compartimos cama con una persona comprometida. Pero ¿comprometida con qué?...para las personas infieles no existe otro compromiso ético que no sea el meramente establecido con ellos mismos y sus necesidades extra-matrimoniales.
Lo que me lleva a pensar: ¿son verdaderamente conscientes de lo que le "hacen" a sus parejas?
Ser el amante tiene sus ventajas mientras que los sentimientos no enturbien la relación en cuestión. Y ahí es donde entra la polémica, cuando uno de los dos sufre. Cuando en las pocas ocasiones que me cito con mi persona casada, me dedico a pensar en su pareja, en sus hijos, en su vida llena de rutinas familiares, no sólo no disfruto esos fugaces momentos, si no que los días posteriores soy una especie de fantasma vagando tristemente por la vida solitaria y exenta de pasión que sí disfruto cuando logro separar esas faltas afectivas que mi amante inconcluso no logra llenar.
Hay veces que lo recibo entre mis brazos y ente mis piernas como la más ardiente de las amantes y todo fluye...fluyen los líquidos y la química entre los dos. Fluyen las conversaciones, a veces vanales, a veces poderosas por su contenidos intrigantes y desafiantes. Otras veces lo recibo con el amor que le confieso a diestro y siniestro, no sé si por la pasión que me ciega o porque de verdad le quiero.
Me hago muchas preguntas al respecto. Pero, ¿hasta qué punto es bueno cuestionarme tantas cosas? ¿de quién es la culpa de la traición? ¿Debo acaso sentir compasión por mi misma? ¿hasta dónde llegará esta historia? ¿me estoy desvalorando?
Mi error (y el de muchos) es pensar que la relación es en sí una relación. Una relación en la cual el otro tiene pareja pero pobre!!...no es feliz...y nos sentimos con el deber de arreglar su vida en un intento vano de ser la protagonista de su vida, su salvadora, por la que cambiará. Quizá lo que buscamos es sólo sexo, o quizá lo que buscamos es salir ganando en esa especie de comparación, tan inevitable como dolorosa. La diferencia es que en el primer caso se disfruta y en el segundo se sufre y se disfruta y no precisamente en el mismo porcentaje. Si buscas sólo sexo te mantienes a raya e incluso hay muchas posibilidades de tener más amantes, pero si hay sentimientos de por medio, las posibilidades de acabar dañada se triplican.
Ser el amante por tanto es cuestión de unos pocos valientes a mi entender. Sobretodo cuando tienes la necesidad de salir ganando en las comparaciones, tan odiosas a veces. Sobretodo cuando el fantasma de un pasado enturbiado por malas relaciones, te persigue como monstruo que acecha.
Este usuario no tiene más noticias