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Educar significa “conducir, guiar, encaminar”. Determinar que no hay sanciones para los que cometen delitos es educar, seguramente, es conducir pero al abismo
Durante Los días pasados se escuchó a algunos “especialistas” repetir infinidad de veces en los distintos medios de comunicación que los niños que matan no son culpables porque necesitan educación.
Estas consideraciones, inigualables en su pobreza ética, parecería ser que se contradicen a sí mismas, pues decir a un joven que no es culpable por haber realizado el acto de quitar la vida a un semejante equivale, no sólo a otorgar el permiso para matar sino también a realizar el acto contrario a lo que se pregona: no educar.
Educar significa “conducir, guiar, encaminar”. Determinar que no hay sanciones para los que cometen delitos es educar, seguramente, es conducir pero al abismo. La irresponsabilidad de los que, en aras del ejercicio de una demagogia cada día más irracional y precipitada, se llaman “especialistas” y desbaratan la verdadera pedagogía masivamente, arrastra a toda la sociedad a consecuencia cada vez más irreparables.
Lo primero que deberíamos preguntarnos es qué derivaciones puede llegar a tener nuestro discurso. Si realmente nos preocupa contribuir a la construcción de una sociedad educada, abordemos estas cuestiones con sentido ético y con contenidos profundos. “Un ciego no puede guiar a otro ciego”.
Educar significa “conducir, guiar, encaminar”. Determinar que no hay sanciones para los que cometen delitos es educar, seguramente, es conducir pero al abismo
En los treinta años que llevo participando en los distintos niveles del sistema educativo y advirtiendo el progresivo deterioro que es producto de este tipo de discurso, he comprobado que el crecimiento de la persona y el sentido de responsabilidad social están íntimamente vinculados con la interiorización de pautas morales, con la estructuración de una personalidad que puede discernir el bien y el mal. El hecho de sancionar a un joven por no responder a la confianza que se le brinda, no es traumatizar ni reprimir, señores especialistas, es EDUCAR.
La vida tiene un valor sagrado. No se puede enseñar a nuestra propia especie que está permitido eliminarla. Nadie tiene derecho a pasar impune porque no la respeta. Es la primera y más elemental regla de la EDUCACIÓN.
María Rosa Meléndez