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Pensar, decir, hacer, difícil triología de neustra antropia
Gandhi decía que cuando el hacer, el pensar y el decir están en armonía es cuando se experimenta la felicidad. Hoy pensamos que solo con lo que hacemos nos hacemos, entonces descuidamos lo que decimos y lo que pensamos, cuando en realidad somos una unidad. Nuestra palabra ya no es garantía de veracidad, necesitamos que todo quede escrito, para poder reclamar ante la justicia. Nos hemos vuelto más exigentes con la formalidad ya que es la única manera de que podamos tener una seguridad, una garantía ante el incumplimiento, lastimosamente esto es debido a la desconfianza que tenemos, puesto que seguramente más de una vez nos han estafado, engañado, incumplido lo prometido. Pero al fallar en dar la palabra, fallamos en lo que somos, y esto es grave, porque genera mucha inseguridad, mucha incredulidad, hay demasiadas promesas incumplidas y palabra olvidada. Olvidar la palabra, es olvidarse de sí mismo, de nuestra dignidad, valor inherente al ser humano en cuanto ser racional, dotado de libertad y poder creador, la vida humana es vida con sentido. La dignidad se basa en el reconocimiento de la persona de ser merecedora de respeto, tolerando sus diferencias, para que ésta se sienta digna y libre, a su vez, una persona digna puede sentirse orgullosa de las consecuencias de sus actos, o culpable, si ha causado daños inmerecidos a otros. Jesús decía que tu sí sea sí, y que tú no sea no; lo demás lo añade el demonio. No cumplir con lo dicho demuestra que lo que somos es personas simuladas que utilizamos cualquier ardid o engaño para aparentar lo contrario y de esta forma sacar ventaja. Siendo lobos para los otros, y no hombres, único animal capaz de prometer como decía Nietzsche. Claro hay situaciones límites que no nos permiten cumplir o cosas intrascendentes que no vienen al caso. Pero debemos saber que solamente un pueblo en el que su pensar, hacer y decir están en armonía puede experimentar la felicidad. Tomando algunas citas de la historia: Cesen las palabras, por favor, y sean las obras quienes hablen. Cuando las palabras pierden su significado, la gente pierde su libertad. Cuida tus palabras; que ellas no levanten jamás un muro entre ti y los que viven contigo. El pensamiento y la palabra son sinónimos. Hay que reivindicar el valor de la palabra, poderosa herramienta que puede cambiar nuestro mundo. Las palabras que no van seguidas de hechos no valen para nada. Las palabras son como las hojas. Cuando abundan, poco fruto hay en ellas. Los hombres se sirven de palabras para ocultar sus pensamientos y de los pensamientos para justificar sus injusticias. No tiene que elegir las palabras quien ve claramente la verdad. Esta le proporciona las mejores palabras.