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Tierra de cultivos trabajada por miles de jornaleros, la provincia de Cádiz sufre todavía las secuelas de seis años de crisis y escucha el discurso de Podemos, llegado hasta el corazón del campo.
A pesar del aislamiento de las plantaciones de alcachofas, sólo accesibles desde el pequeño pueblo de Puerto Serrano por medio de una carretera pedregosa, hasta ellas ha llegado la campaña para las elecciones autonómicas andaluzas del 22 de marzo y su aire de ensayo para las generales previstas a finales de año.
Los jornaleros cargan sus pesados cestos en una furgoneta prestada por el equipo de campaña de Podemos. "El cambio empieza en Andalucía", proclama en letras malvas el eslógan de Podemos, nacido en enero de 2014 y que amenaza la hegemonía de Partido Popular y PSOE, que se alternan en el poder desde hace más de 30 años.
Pasando la mano sobre las apretadas hojas verdes, Adrián Ruiz, de 20 años, coge una alcachofa y le corta la cabeza. "Sí que es duro, pero, mientras no haya otra cosa, habrá que aguantarse. De alguna forma hay que vivir", explica el joven, que abandonó la escuela con sólo el graduado escolar básico.
Otros diez jornaleros se afanan en la recogida. Todos son miembros del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), organización anticapitalista de izquierdas. Ocupación de tierras, grandes manifestaciones: desde el fin de la dictadura franquista, la organización ha marcado la vida del campo andaluz, en el que trabajan 500.000 jornaleros, según el SAT.
Los sondeos prevén una nueva victoria sin mayoría absoluta de los socialistas, que llevan gobernando 33 años, desde las primeras elecciones autonómicas.
Según las encuestas, Podemos podría ser la tercera fuerza política, por detrás de PSOE y PP, relegando a Izquierda Unida (IU) a las catacumbas.
El partido liderado por Pablo Iglesias se apuntó un gran tanto al lograr el apoyo del SAT, tradicional aliado de IU, para los comicios regionales. Su candidata en Andalucía, Teresa Rodríguez, de 33 años, es originaria de Cádiz.
- Un desempleo del 34, 2% -
"Es muy luchadora. Ha estado con nosotros en las tomas de tierras", dice Pedro Barrera, jornalero de 63 años, que como otros compañeros se declara decepcionado por el pacto de gobierno alcanzado en 2012 entre IU y el "enemigo": los socialistas. El PP fue el más votado en las autonómicas de aquel año, pero no gobernó por falta de mayoría.
Fuertes en las grandes ciudades andaluzas y la costa, los populares no conectan con el campo, donde se les asocia a los grandes terratenientes, una visión heredada de la época franquista.
El PP insiste, de hecho, en los orígenes humildes de su cabeza de lista, Juan Manuel Moreno Bonilla, nieto de jornalero.
Andalucía, la región rural más poblada de España, solo obtiene un 5% de su Producto Interior Bruto (PIB) del campo, donde fresas, aceitunas o naranjas son recogidas por jornaleros poco cualificados.
Desde los años 80, España ha puesto en marcha un programa de apoyo al empleo agrícola (el antiguo PER, ahora PROFEA) para ayudarlos a mantenerse cuando no hay cosechas: una ayuda mensual de 426 euros durante seis meses si han trabajado 35 días la temporada anterior.
El sistema es acusado a menudo de animar a hacer trampa, pero ningún candidato lo ha cuestionado. Todos abogan, en cambio, por un modelo de producción agrícola más basado en la transformación, más creador de valor añadido.
Motor del crecimiento español, la burbuja de la construcción empleó a muchos jornaleros antes de estallar, en 2008. La provincia de Cádiz registra una tasa de desempleo del 42%. Andalucía bate el récord en España, con un 34, 2%.
"Ya no hay trabajo" en la construcción, lamenta Daniel Naranjo, de 25 años, paseando por la plaza del Ayuntamiento de Puerto Serrano con su mujer, Mari Carmen Poley, de 20 años, y sus dos niños.
Ambos jornaleros, abandonaron los estudios a los 16 años. "Quisiera estudiar para ser profesora si tuviera dinero; y el dinero ahora, con dos niños, hace falta", dice Mari Carmen.