Sin redujo al hombre muy por debajo del nivel que Dios lo colocó al principio y lo separó de su creador, por lo que le es imposible realizar todo su potencial y disfrutar de todas las promesas que Dios le hizo. Por lo tanto, el hombre necesita a Jesucristo para ayudarlo a salir de su apuro, ya que no puede ayudarse a sí mismo sin importar cuánto intente.

Necesitamos que Jesucristo nos libere debido a lo siguiente:

1. Todos vivimos en pecado: la palabra de Dios nos hace darnos cuenta de que todos viven en pecado y que no hay un hombre justo (Romanos 3:10; Salmo 4: 2-3). Para mostrar aún más que el estado de pecado del hombre está profundamente arraigado, la palabra de Dios dice que el hombre está concebido en el pecado, lo que significa que el hombre ya es un pecador antes del nacimiento (Salmo 51: 5). Por lo tanto, es imposible que alguien golpee con valentía su mano sobre su corazón y declare "No soy un pecador porque no hago nada malo". Ya estamos contaminados desde el nacimiento: por lo tanto, no estamos exentos debido a nuestras obras morales.

2. Nuestros corazones están desesperados y malvados: nuestros corazones no pueden pensar nada bueno ni producir nada que pueda agradar a Dios porque es desesperado y malvado. Nada bueno sale de un corazón malvado (Génesis 6: 5; Jer. 17: 9; Mateo 15: 18-20). Por lo tanto, necesitamos a alguien que pueda ayudar a realinear nuestros corazones para que puedan pensar positivamente y producir algo bueno. Solo Jesucristo tiene el poder de hacer eso por nosotros.

El pecado redujo al hombre muy por debajo del nivel que Dios lo colocó al principio y lo separó de su creador..

3. Estamos condenados a muerte: un preso condenado no tiene poder para concederse amnistía; necesita uno en posición de autoridad para otorgarle esa libertad. El pecado vino al mundo a través de Adán y se extendió a su descendencia. Ni Adán ni su descendencia tenían el poder de liberarse de la condena que trajo el pecado. Solo Jesús puede liberar al hombre de su estado condenado (Romanos 5:12, Romanos 5: 15-18; I Cor. 15:22). Solo en Cristo Jesús puede el hombre encontrar la vida que perdió como resultado del pecado.eva

4. Solo Cristo está calificado para salvarnos: la libertad del hombre no viene a través de la intervención política; viene a través de la expiación de la sangre justa de Cristo. Ningún otro o medio es lo suficientemente bueno para limpiar al hombre de su pecado, excepto la sangre del Cristo sin pecado. Solo su sangre es lo suficientemente pura como para ser aceptada por Dios para declarar al hombre libre de su pecado. La sangre de las cabras y los toros no podía quitar completamente el pecado del hombre. (2 Corintios 5:21; Heb 4: 5, 1 Pedro 2:22, 1 Juan).

5. Él quita los pecados del mundo: la única persona que Dios reconoce como alguien que quita los pecados del mundo es Jesucristo (Juan 1:29; I Juan 2: 2). Esto fue revelado a Juan el Bautista a través del Espíritu Santo. Además de Cristo, nadie más es reconocido por quitar el pecado del hombre. Por lo tanto, necesitamos a Cristo porque estamos sucios delante de Dios. Cuando le permitimos un lugar en nuestra vida, él quitará nuestros pecados y nos presentará puros y completos ante Dios.

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