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José Luis Rodríguez Zapatero ha vuelto a ser noticia esta semana tras comprar por 800.000 euros un chalé que costaba dos millones cuando se construyó en Valdemarín, lujosa urbanización en Aravaca en la esquina noroeste de la capital española, pegada a Pozuelo de Alarcón.
Todo legal: Zapatero lo alquiló con derecho a compra tras el hundimiento de la economía, al que él contribuyó, y la arruinada constructora le puso entonces un precio de ganga.
Cerca de Zapatero está el adosado menos ostentoso de Mariano Rajoy y otra urbanización de alto nivel, La Florida, donde vivía Adolfo Suárez.
A un paseo de los anteriores el lugar que concentra a más políticos es Pozuelo, municipio a un cuarto de hora del centro de Madrid, aunque está más cerca del Palacio de la Moncloa, al lado de la Casa de Campo, con 85.000 habitantes y la renta per cápita más alta de España, 72.993 euros.
En sus 43, 2 kilómetros cuadrados, y aparte de su núcleo histórico, de renta normal de cualquier pueblo, alberga urbanizaciones con grandes medidas de seguridad y viviendas de jefes de Gobierno.
José María Aznar tiene chalé en Monte Alina, que parece surgir de los telefilmes de ricos californianos, Felipe González en Somosaguas, similar a la aristocrática Puerta de Hierro de Madrid, y el ahora gobernante Pedro Sánchez, que tiene casa en la vistosa Los Ángeles, cerca de Húmera, donde habita un adosado en alquiler Albert Rivera.
Entre ellos viven también sindicalistas, futbolistas y, por supuesto, multimillonarios de todo origen en esas y otras urbanizaciones como Monteclaro, La Cabaña, Montecillo o La Finca, esta última con mansiones futuristas de diez millones de euros.
Los políticos, incluidos los de supuesto origen proletario, tienen pasión por esos lugares al este y noroeste de Madrid, nada del cinturón más popular y rojo del sur.
Son localidades casi todas gobernadas por el PP, como es el caso de Galapagar, donde Pablo Manuel Iglesias e Irene Montero compraron dicen que por 600.000 euros un gran chalé que estuvo en venta por dos millones.
Los ayuntamientos del PP atraen a socialistas y comunistas porque, aunque los acusen de corrupción, facilitan los mejores servicios gracias a los impuestos de sus vecinos más ricos.
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