Globedia.com

×
×

Error de autenticación

Ha habido un problema a la hora de conectarse a la red social. Por favor intentalo de nuevo

Si el problema persiste, nos lo puedes decir AQUÍ

×
cross

Suscribete para recibir las noticias más relevantes

×
Recibir alertas

¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Sol Arrieta escriba una noticia?

La princesa que escapó de la alameda

04/05/2012 16:10 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Un álamo se desprende de la tierra seca y vuela hasta el mar en busca de salar sus heridas. Pierde unas hojas en el camino que se transforman en páginas que se transforman en libros que se transforman en bibliotecas de las que una pequeña niña escoge un cuento de hadas que pronto le enseñará que las princesas y los príncipes no existen, pero se empeñan en robarle su inocencia. Camina con los dedos de las manos, no llega a ningún lado. Perdió un par de pestañas que atrás se comen los pajaritos, celestes y desencantados, para que no sepa por dónde volver. Se las ingenia y vuelve. Pierde un par de plumas, silba algo de Discepolín. Se desmaya para abrir los ojos como estrellas que parpadean palabras impronunciables y desconocidas, el hada madrina esta vez se quedó marchando contra la trata de personas y donó su varita mágica para sostener una bandera a favor del derecho a decidir. El tipo vestido de azul se cree capaz de darle un beso mientras duerme para devolverla a la vida, sabe que jamás terminará tras las rejas por abusar, que hay ismos que destruyen todo a su paso, que la libertad se vuela cada vez que una mano se apoya donde nadie la autorizó a apoyarse. Que pasa en el norte, en el sur, en el este y en el oeste. Que los niños y las niñas siguen jugando con barbies y soldaditos y así la cosa no va. La mejor versión de Caperucita la contó Ismael Serrano, pero esa historia no la cuentan las madres ni los padres por la noche, con el velador prendido, antes de que el sueño se apropie de su capacidad de razonar. image Vamos que podemos. Una mujer nos gobierna y los horrores de su gestión se atribuyen a su género, no vaya a ser que se note que todos los anteriores, menos una, fueron hombres con los dientes bien afilados y las uñas dejando marcas imborrables en la clase siempre perjudicada. Una mujer pide por su libertad, desnuda y recostada en el medio de la ciudad, y nadie la oye. Los ojos no necesariamente miran, pero, en estos casos, mucho menos ven.


Sobre esta noticia

Autor:
Sol Arrieta (72 noticias)
Fuente:
cotidianidadeshumanas.blogspot.com
Visitas:
2340
Tipo:
Reportaje
Licencia:
Creative Commons License
¿Problemas con esta noticia?
×
Denunciar esta noticia por

Denunciar

Etiquetas

Comentarios

Aún no hay comentarios en esta noticia.