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Varias personalidades del mundo del espectáculo, millonarios ellos, nos muestran con sus palabras que le tienen miedo a… ¡los pobres!
Huelgas, manifestaciones, desmanes, nada a lo que no estemos acostumbrados los habitantes de esta sufrida y hermosa ciudad, Buenos Aires.
Engorrosas, fastidiosas, para los que no participamos en ellas, por los cortes de calles, los nudos de tráfico, las llegadas tardes al trabajo, todo porque los que no lo tienen, se quejan. Y paran los subtes y se agolpa la gente para tomar cualquier vehículo que los lleve a destino.
Colas interminables, y claro, comienza la hartura, y aparece la rabia. Todos aquellos que sufren por las peticiones de otros, generalmente lo entienden, pero soportarlo, ya es mucho.
Y la gente se cabrea, y rompe cosas, manifiesta la rabia para mitigar la impotencia. Ahí es cuando surge la violencia.
Ayer, martes 10 de noviembre, por cuestiones sindicales, han parado todas las líneas de los subterráneos. Uno de los transportes más utilizados por nosotros.
Cientos y cientos de personas, se vieron obligadas a buscar otros medios de transporte, o a utilizar su auto. Las calles un caos, el tráfico ni hablar. Bocinazos, discusiones, caras llenas de bronca. Ese era el panorama.
Esto venía precedido por dos protestas de importancia. Una, la ocupación durante tres semanas de una importante empresa norteamericana, que concluyó con el violento desalojo de los trabajadores de la planta.
La otra, realizada por agrupaciones de piqueteros de izquierda, integradas por pobres y desocupados, reclamando por el aumento en los índices de pobreza.
Según datos oficiales este índice afecta a 3, 4 millones de argentinos sobre una población de 40 millones, vaya a saber uno cuales son los reales, me espanta de sólo pensarlo.
Un número de alrededor de dos mil militantes tuvieron bloqueada cerca de treinta horas una de las avenidas más utilizadas y estratégica que vincula los ingresos norte y sur de la capital, la Avda. 9 de julio, transitada diariamente por miles de automovilistas.
Las voces no tardaron en dejarse oír, echandolé la culpa a la ultraizquierda o a la izquierda lisa y llana. Por supuesto que en nuestro país, esto ya es un deporte nacional, inveterado e histórico.
Argumento utilizado por los liberales, los neoliberales, los peronistas, los radicales, los conservadores, que están muy demodé pero los seguimos teniendo.
Pero ¿es que existe una izquierda en la Argentina? Esa, a la que todos se refieren, es el cajón de Pandora. Allí están todas las plagas del mundo.
Los movimientos de izquierdas en nuestro país, son desarticulados, no tienen fuerza, ni organización. Ni siquiera se pueden definir como un movimiento opositor, pues están tan atomizados que es imposible que formen una fuerza común.
Las voces no tardaron en dejarse oír, echandolé la culpa a la ultraizquierda o a la izquierda lisa y llana. Por supuesto que en nuestro país, esto ya es un deporte nacional, inveterado e histórico
Somos paradojales, en más de un sentido, pero en la política, ¡absolutamente! Baste como ejemplo que desde hace muchísimos años el comité central del Partido Comunista, se encuentra en un primer piso, y debajo, si señor como lo lee, un gran negocio de Pierre Cardin. Así somos.
Retomando entonces, tres de los personajes más mediáticos de nuestra televisión, dos mujeres y un señor, muy bien forrados ellos gracias a sus méritos, no me cabe duda, dada su larga trayectoria, han levantado sus airadas voces en contra de la violencia… que proyectan en los causantes de nuestras cotidianas desventuras. Los pobres. ¿Quién si no?Claro si no hubiera pobres esto no sucedería, estaríamos como en Finlandia. Pero no lo estamos. Hablaron de represión, de caos, de inseguridad. Vaya, vaya…De más está decir que estas conocidas personas, viven el barrio más cajetilla de nuestra ciudad, con vigilancia, en grandes mansiones. Tienen chóferes, custodios y muchísima seguridad.
No viajan en subte, ni en ningún transporte público. No han vivido nunca la miseria, el hambre, la rabia.Pero tienen miedo. El ‘otraje’ está hastiado, devastado y creo que, además, se le ha acabado la paciencia.
Algunos recordamos el libro escrito por Samuel Pillips Huntington, 1927-2008, liberal conservador, xenófobo, una joyita bah, “El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial” o “El fin de la historia y el último hombre” de Francis Fukuyama -1952- neoconservador y republicano como el anterior, hoy en día parece que se está distanciando de esta postura.
Ambos libros, surgen a partir de la caída del muro de Berlín y más allá de su fervoroso discurso pro-norteamericano, uno puede extraer de ellos, que la cuestión enla actualidad no pasa por las ideologías, ni la política, ni tan siquiera por la economía. Pasa por las culturas. Las civilizaciones.
El subtexto de estos libros nos deja translucir, sin que sus propios autores lo intentaran, que si no adoptamos una actitud humanista, igualitaria, los ‘otros’, y en este caso me refiero a los pobres, vendrán por nosotros. Y son muchos, y son más, muchísimos más. Son la mayoría.
Dicen que el ‘miedo no es zonzo’ y es cierto. Si la riqueza se concentra en el 10% de la población, esto no es más que un gran feudo. Y la historia ya nos enseñó como terminaron los señores feudales.
¿Represión, caos, inseguridad? Mejor cambiarlas por Solidaridad, trabajo, igualdad. Y así… seguro que se espanta el miedo.