¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que Redacción Economía escriba una noticia?
Los corredores aéreos que sobrevuelan la capital belga, y que envenenan la vida política desde hace 20 años, volvieron a sembrar cizaña entre los partidos políticos flamencos y valones a dos semanas de las elecciones legislativas del 25 de mayo.
En este pequeño reino, dividido entre un norte flamenco, de lengua holandesa, y un sur valón y francófono, este nuevo alboroto llevó al primer ministro belga, Elio Di Rupo, a anunciar "la suspensión inmediata" de la última modificación en fecha, la del martes, de las rutas aéreas para los aviones que despegan desde el aeropuerto internacional de Bruselas.
El plan que suspendió el primer ministro socialista lo anunció el martes el secretario de Estado de transporte, el centrista francófono Melchior Wathelet. Y lo hizo bajo la presión de una petición ciudadana y recursos administrativos que buscaban dejar sin efecto el plan bautizado con su apellido y que él mismo había ordenado aplicar en febrero.
Desde esa fecha el 'plan Wathelet' modificó los corredores aéreos. Los aviones que sobrevolaban hasta entonces principalmente las comunas flamencas que rodean la capital belga, de mayoría francófona, comenzaron a sobrevolar el centro de esta ciudad que alberga las instituciones europeas así como la sede de la OTAN. Unos 35.000 aviones utilizan estos corredores cada año. Esto hace que las personas afectadas por la contaminación sonora pasó de 152.000 a casi 400.000, del millón de habitantes que cuenta la capital belga.
La explosiva situación para el partido de Wathelet hizo que éste adoptara el martes una modificación que reducía a la mitad la cantidad de vuelos por sobre el corazón de la capital... para desviarlos hacia las regiones flamencas.
Esto hizo reaccionar al Gobierno de Flandes y a los partidos flamencos que forman parte de la coalición de Di Rupo. Ambos denunciaron una situación de hecho, motivados, claro está, por no parecer débiles frente a los nacionalistas del N-VA, favoritos en los sondeos de intención de voto, que encontraron en este caso una nueva razón para denunciar a los francófonos.
Decidieron además interponer un recurso ante la justicia. "La consecuencia legal directa de este recurso", dijo Di Rupo "es la inmediata suspensión de la ejecución de las instrucciones" de Wathelet.
Desde hace 20 años diferentes ministros intentaron hallar rutas aéreas alternativas para limitar al máximo el ruido de los despegues y periodos de ascenso de los aparatos. Pero las modificaciones sucesivas jamás pudieron satisfacer al conjunto de los habitantes.
El aeropuerto está situado a sólo dos kilómetros al este de Bruselas, en territorio de la comuna flamenca de Zaventem.
El viento que predomina sopla del oeste. Esta configuración hace que los aviones estén obligados a despegar en dirección de la capital belga.
En dos semanas la coalición de Di Rupo, compuesta por partidos de izquierda y de derecha, tanto del norte flamenco como del sur valón, enfrentan elecciones generales.
Di Rupo, el primer jefe de gobierno belga oriundo del sur francófono en más de tres décadas, asumió el cargo hace dos años y medio luego de una crisis política que dejó al país sin gobierno durante 541 días.