Se acerca el momento fatídico en el que todos nos volvemos locos, triplicamos la basura del mundo con miles de cajas y papel de envolver, pateamos más calles que los que hacen turismo en París. Vuelve el hecho de cuestionarse por qué hay que convertirse en un comprador compulsivo durante quince días.

Después recibes la llamada de tu banco recordándote que estarás en números rojos de aquí al año que viene.

No podrás acudir a la peluquería porque has gastado todo el sueldo en regalos.

El gran problema es que no sabes cómo parar esta vorágine que nos espera. En fin, os dejo, voy a bajar al bar, a ver si me hago amiguita del dueño y cuando se sortee la Lotería, me regala un décimo premiado.

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