Recorriendo el mundo se percibe la adhesión de los ciudadanos a sus gobiernos, a veces falsa y fruto del temor, contando a lo largo de un kilómetro, por ejemplo, el número y superficie de las banderas que cuelgan de sus balcones, ante sus casas, o que portan en cualquier acontecimiento de masas.

Uno de los lugares del mundo donde se ven actualmente más banderas por metro cuadrado es Cataluña; que en su mayoría, además, no representan el territorio con la señera (senyera) tradicional, sino el independentismo de la estrellada (estelada).

A los independentistas catalanes les gusta exponer el paralelismo entre su caso y el de EE.UU., que cultiva su patriotismo con sus barras y estrellas.

Pero la nación estadounidense nació siendo colonia británica en Filadelfia, a 3.080 millas náuticas de océano, 5.706 kilómetros, de Londres, y después aún afrontó una terrible guerra civil ganada por Abraham Lincoln a los separatistas sureños, que como los catalanes también exigían recuperar sus propias leyes y sus "justos" derechos históricos.

Es difícil encontrar paralelismo entre las estrelladas catalanas, con su obsesiva presencia imperativa, y las banderas de otros territorios democráticos, ni siquiera el escocés.

Y todo es porque "Si no pones la estelada, tus vecinos te marcan", le dijeron anónimamente varios no independentistas de Barcelona a un periodista: unos por otros, víctimas oprimiéndose entre ellos.

Sí. Este es el motivo de esta alucinación que recuerda los primeros años de Franco, cuando hasta los rojos colgaban banderas nacionales o de Falange para no parecer rojos.

Tal eclosión exhibicionista no es normal en ningún lugar que no sea una dictadura. En el resto de España, hasta cuando fue campeona mundial de fútbol, hubo muchas menos banderas, llevadas a veces por personas y grupos de superpatriotas poco recomendables.

Esta patriotería independentista recuerda más a las dictaduras en guerra, o lugares donde proclaman que serán agredidos, estalinismo, Alemania 1933-1945, Venezuela, Cuba, Corea del Norte.

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