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Las Sillas, obra de Eugéne Ionesco

25/08/2013 18:30 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Federico Herrero, director de teatro, en el año 1978, puso en escena la obra de teatro -Las Sillas- del autor Eugéne Ionesco en el Teatro Latino de San Telmo y en el Teatro Escuela

Federico Herrero, director de teatro, en el año 1978, puso en escena la obra de teatro -Las Sillas- del autor Eugéne Ionesco en el Teatro Latino de San Telmo y en el Teatro Escuela.

 

Además de lo citado en Argentina, Herrero difundió por distintos medios la obras y apuntes del escritor.

Las sillas

Eugéne Ionesco

Federico Herrero, considera a la obra Las sillas, como una obra destacada en la producción del escritor Rumano: Eugene Ionesco, uno de los pilares del llamado teatro del absurdo.

 

Ionesco, pone en escena a una pareja de ancianos, aislados en una torre situada en el interior de una isla. 

 

Para justificar ante el mundo, una larga existencia de fracasos y humillaciones, han organizado una gran recepción a la que invitaron a gentes imaginarias, personalidades de toda especie, entre las cuales figura el propio Emperador. 

 

Sólo un número más y más fabuloso de sillas vacías indicará la invisible presencia de la multitud, visible solamente para los protagonistas de la obra. 

 

Pero los dos viejos acaso no sean más reales que la multitud; están allí para expresar el vacío, dándole su indispensable contorno, la densidad presente de su ausencia. 

Federico Herrero, considera a la obra Las sillas, como una obra destacada en la producción del escritor Rumano: Eugene Ionesco, uno de los pilares del llamado teatro del absurdo

 

Cuando la escena está totalmente obstruida con sillas vacías, al punto que los viejos quedan atascados como bloqueados en un naufragio inmóvil, aparece el Orador.

 

Para los viejos es la señal de la liberación, después de legar al Orador el cuidado de transmitir el gran mensaje destinado a salvar a la humanidad. Se arrojan por la ventana y el Orador queda solitario ante las sillas, con la boca abierta. No salen de ella sino estertores y sonidos guturales; el Orador es sordomudo.

Oponer lo cómico a lo trágico para reunirlos en una síntesis teatral nueva. Estos dos elementos se ponen de relieve mutuamente, se niegan mutuamente, pudiendo constituir, gracias a su oposición, un equilibrio dinámico, una tensión. 

 

Acaso no se ha mantenido nunca este equilibrio dinámico con mayor maestría que en Las sillas, donde el dolor y la poesía al desnudo, permanecen sin cesar ofrecidos a las risas de los espectadores. 

 

De este análisis, parte la puesta en escena de Federico Herrero, donde el juego, con libertad y humor; es la acción desde donde las cosas se enlazan, desenlazan y pasan... Un hombre solo que deambula con desesperación por un espacio que lo contiene, como contiene la cabeza al cerebro. Una existencia que comparte con una mujer que es casi un satélite, que descubre sus falencias, sus fracasos; que necesita creer en él para poder creer en ella misma. 

 

Una vida llena de presencias que son ausencias, que corporizan en un juego sin fin para sentir que están vivos. Y el humor grotesco que hace patéticas las figuras en un lugar que les queda pequeño, que los aprisiona, que los oprime y que logran traspasar en un vuelo liberador hacia la nada.

 

Para el Viejo y la Vieja las puertas están cerradas, o quizá se han esfumado con los invitados; se pierden en lo absurdo, lo penoso, lo cómico. 


Sobre esta noticia

Autor:
Alejandra Tor (267 noticias)
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