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Los mismos fenómenos de colapsos financieros, agitación social y corrupción política se manifiestan de modo cíclico en la tierra de Messi y su Madre Patria. Batallas por la imposición de modelos económicos que antes se libraban con fusiles y ahora a través de los medios de comunicación
Hace apenas doscientos años - sólo para establecer una referencia de cercanía de tiempo, el Racing Club de Avellaneda ya tiene más de 100 - un representante del Rey de España gobernaba la Argentina y buena parte de sus países limítrofes.
Desde entonces, los relatos sobre la historia de España y la Argentina se diferencian diametralmente según la orilla del océano Atlántico desde donde se los escriba. Aún así, existen simetrías en fenómenos sociales, económicos y políticos que viven - ¿sufren? - que parecen responder a una genética geopolítica que los hermana y los iguala.
Las generaciones de españoles y argentinos, mayores de 50 años de ambos países - una franja etaria que aún ocupa los principales lugares de decisión en el poder mundial - han crecido con regimenes militares en el Gobierno, con antinomias políticas entre derechas e izquierdas y con vaivenes políticos, económicos y sociales que fluctúan entre euforias y miserias.
El lugar y la significancia que cada país tiene respecto a las grandes potencias de sus continentes, los equiparan en sus debilidades estructurales, con consecuencias cíclicas y desfavorables.
En esos vaivenes en los que a menudo se mueve la economía mundial, se ponen en juego ordenadores sociales básicos, como el trabajo, la educación, la vivienda y la salud de sus habitantes. Una disputa que en principio es tomada por la política - dirigentes y funcionarios que conforman una clase social propia - hasta que la corrupción la desacredita y la invalida.
Las batallas por la imposición de modelos de sociedades - católicos, conservadores, anticomunistas o liberales, progresistas, socialistas - que durante el franquismo y las dictaduras militares argentinas se libraban con armas, ahora es una guerra que se entabla en las mentes de los ciudadanos a través de los medios de comunicación.