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Sin Ley no hay libertad

21/11/2020 21:32 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

Uno de los bienes más preciosos de la imaginación, que permite eludir cinco o seis entre los infinitos métodos de coerción con que se ejerce la autoridad

 

Sobre la Ley SOX o Sarbanes-Oxley en Chile | Biz Latin Hub

 

 

Cuando no hay ley, Yo soy la ley.

 

Este fue el título de una película de la década del treinta aproximadamente. Muchos de ustedes, mis queridos lectores ni habían nacido, otros quizá, estén vivos, y si acaso alguno de ustedes asistió al estreno y está leyendo esta nota, que me lo haga saber, eso sería un milagro. Como dijo Miguel de Unamuno: Pedimos milagros, como si no fuese el milagro más evidente el que los pidamos. Así que, si estás leyendo esta nota, sientes ese privilegio en carne propia.

Desde el famoso decálogo (las diez palabras o diez mandamientos) hasta la fecha, nuestra sociedad está regida por leyes.  Y eso es así, aunque nosotros intentemos, bajo la percepción de un individualismo absoluto, máxime en la era del yo, promover cualquier tipo de independentismo.

Siempre existirá ese principio de autoridad, del cual nadie, jamás, profese la ideología que profese, sea del partido que sea, o tenga la religión que tenga, podrá decir: Yo soy la ley. Por lo tanto, mejor dejémoslo en el contexto de la industria cinematográfica.

Un poder superior

Las personas civilizadas viven bajo autoridad. Es posible que en lejanas tribus o reinos autoritarios haya entes (personas, estatuas, animales o coronas) que aportan el título de autoridad máxima. Pero no en nuestro medio. La autoridad es siempre delegada. La libertad sólo puede ser relativa. Por lo general la concede o garantiza alguna autoridad y se relaciona con nuestra sujeción a tal autoridad. De hecho, en casi todos los casos la persona puede ser libre sólo si reconoce la autoridad del garante de su libertad. Por ejemplo, las personas que viven en el “mundo libre” disfrutan de muchos beneficios, como la libertad de movimiento, la libertad de expresión y la libertad de cultos. ¿Qué garantiza esas libertades? La ley del país. La persona solamente puede disfrutar de ellas con tal que obedezca la ley. Si abusa de su libertad y quebranta la ley, tiene que dar cuenta a las autoridades, y puede que estas reduzcan drásticamente su libertad mediante una condena de prisión.

Podemos decir que el presidente de una nación es la máxima autoridad, pero existen otros poderes, incluso democráticamente el presidente recibe la autoridad del pueblo.

El semáforo es una autoridad que imparte una ley, las barreras del ferrocarril imponen un límite protector, las vallas guían un camino. Cumplimos con la autoridad, a veces so pena de aceptarla. ¿A dónde queremos llegar? A que nuestra autopercepción de independencia no es más que una pequeña ilusión.

Es cierto, no vamos a negar que algunas personas rechazan la idea de que alguien moldee su forma de pensar o influya en ella. No obstante, es solo eso. Dicen: “No quiero que nadie piense por mí”. Probablemente, lo que quieren decir es que toman sus propias decisiones, y eso no tiene nada de malo. No quieren sentir que se las controla ni que se les roba lo que las diferencias del resto de la gente. No obstante, esta percepción, no las hace más libres.

La realidad es que ni la persona que se creé, que es la más "independiente", está libre de influencias externas. 

Todos nos dejamos llevar hasta cierto punto por otras personas, sea que pensemos en algo tan profundo como el origen de la vida o en algo tan sencillo como qué ropa vamos a ponernos. Lo que sí podemos decidir "es quién, dejaremos que nos influya". No obstante- La autopercepción de independencia- fue, es, y seguirá siendo la mejor de las ilusiones. 

La autoridad es siempre delegada

Depende por depender, todo ser de independencia. Depende de la providencia, también lo premeditado. Depende de lo evidenciado por depender de la evidencia. 

 

¿Yo soy la ley? Y si, en una isla, solo; como en la película del náufrago, quizá, pero ni siquiera en esas circunstancias extremas pudiésemos afirmar que somos libres. ¿Podríamos gobernar nuestras emociones? Ciertamente, la película nos deja un sinfín de enseñanzas. Y otros acertijos sociales que aún no se han revelado.

Ahora bien, ¿Somos realmente libres, que es la libertad?

En el desarrollo de la civilización, ningún concepto ha desempeñado un papel más importante que el de la libertad y la independencia, sea individual, social o de una Nación.

¿Cuántas personas son realmente libres? ¿Cuántas siquiera saben lo que es la libertad? The World Book Encyclopedia dice: “Para que las personas tengan completa libertad, o "sean independientes" no puede someterse a restricciones su modo de pensar, hablar o actuar. Tienen que conocer cuáles son sus opciones, y deben tener la facultad de elegir entre ellas”. A la luz de estas palabras, ¿conoce usted a alguien que sea verdaderamente independiente o libre? ¿Quién puede decir que ‘no se somete a restricciones su modo de pensar, hablar o actuar’?

 Hay quienes creen que la verdadera libertad significa poder hacer todo lo que uno quiera sin importar las consecuencias. Pero no es cierto. No es lo mismo tener el derecho a decidir lo que uno quiere hacer que tener el derecho a decidir lo que está bien y lo que está mal. ¿Yo soy la ley?

 Tenemos que reconocer que no siempre sabemos cuáles serán las consecuencias de nuestras decisiones ni podemos estar seguros de que siempre nos beneficiarán.

Mucha gente piensa que mientras más libertad tengan mejor les irá. Pero la realidad es que la libertad sin límites es tan peligrosa como un cuchillo muy afilado. Es verdad que la libertad tiene muchos beneficios. Pero  si no existieran límites de ningún tipo y  cada uno de nosotros dijese, ¡Yo soy la ley!  Reinaría la Anarquía.

Por ello, la enciclopedia citada dice: “En las leyes de toda sociedad organizada, existe un complejo equilibrio entre libertades y restricciones”. Sin duda, este es un asunto complejo. Pensemos en la inmensa cantidad de leyes escritas por los hombres, así como en los miles de abogados y jueces que se necesitan para interpretarlas y aplicarlas.

 Se ha definido la libertad como la capacidad para tomar decisiones y llevarlas a cabo. Pero una enciclopedia dice al respecto: “Desde el punto de vista jurídico, los hombres son libres cuando la sociedad no les impone límites injustos, innecesarios o irrazonables” (The World Book Encyclopedia). De esto se deduce que, para que todos los miembros de una sociedad se puedan beneficiar de la libertad, en la práctica hacen falta ciertos límites. La cuestión es quién tiene el derecho de determinar qué límites son justos, necesarios y razonables.

Es conocer cuáles son sus opciones, y tener la facultad de elegir entre ellas

 Un pueblo libre, pero con responsabilidad. 

 


Sobre esta noticia

Autor:
Castillo Alejandro (28 noticias)
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Opinión
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