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Alimentados con leche de fórmula y papillas, los padres deben reconocer cuándo los bebés están saciados y no insistir con más alimentación, también tienen que atender a la inapetencia
SOBREALIMENTAR A LOS MÁS CHICOS ES CAUSA FUTURA DE OBESIDAD
Una investigación estadounidense, realizada a menores alimentados con leche de fórmula y papillas, sugiere que los padres deben advertir cuando los niños sienten saciedad. Para eso, y fundamentalmente en el caso de los bebés que aún no pueden darse a entender, es importante que presten atención a sus gestos.
“Las madres que tienden a ignorar la negativa de sus hijos e insisten con la administración de alimentos, pese a que los chicos ya se sienten 'llenos', lejos de ocasionarles un bien, estarían contribuyendo a un futuro incremento de peso". Esta es la principal conclusión a la que arribaron los científicos de la Universidad de Rutgers en Nueva Jersey, luego de llevar adelante una experiencia de la que participaron casi 100 familias, cuyos hijos eran alimentados con leche de fórmula y papillas, sin lactancia materna.
El estudio se concretó a través de entrevistas y visitas domiciliarias en las cuales se evaluaron dos razones que propenden, durante los primeros años de vida, a generar condiciones que en el futuro podrían incrementar las posibilidades de sobrepeso y obesidad.
El aumento de peso, tal como consta en la publicación de los resultados por parte de la revista especializada Journal of Nutrition, Education and Behavior, fue comprobado a los tres, seis y doce meses.
En la investigación no sólo se logró la 'confirmación visual' de la situación de cada hogar, sino que además se tuvieron en cuenta otros factores como por ejemplo la talla de los bebés, el Índice de Masa Corporal (IMC) de la madre antes y durante el embarazo, y el tipo de comida que los niños consumían en las ocasiones en las que no eran alimentados con leche materna.
"Si bien ninguno de los motivos analizados resultó determinante en el período que va desde el nacimiento a los seis meses de vida, sí lo fueron a partir del primer año de edad. Se detectó que el factor más importante es la desatención de las madres con respecto a las negativas de los chicos. “Desde este punto de vista, cuando un niño pone caras, hace gestos, mueve las manos, se aleja del plato o la cuchara, o en el caso de los que ya pueden hablar simplemente dice 'mamá no quiero más', es conveniente retirar el plato y continuar más tarde o al día siguiente", señalaron los responsables del ensayo.
Por otra parte, cabe destacar otro problema alimentario: la inapetencia desatendida y contrastada con la insistencia por incorporar determinado alimento es causa que favorece el desarrollo de la neofobia, un trastorno definido como el temor o la negación de los niños de incorporar determinadas comidas.En general, rechazan los pescados, las frutas y sobre todo las verduras.
"Una alimentación más frecuente, especialmente con lactancia artificial, es un target fácil sobre el cual cargar la culpa. Pero insistimos sobre la sensibilidad maternal referida al estado de saciedad del niño porque se trata de un factor que predispone a no frenar el ritmo de ingesta. La sobrealimentación es más probable cuando los chicos se alimentan con mamadera, dado que la necesidad de las madres de seguir administrando alimento puede deberse más al signo visual de un recipiente sin terminar que a las señales de saciedad de su hijo", añadieron.
"Creemos que es sumamente importante que las mamás y los papás cuenten con el asesoramiento adecuado, ya sea de un pediatra o de un nutricionista infantil, sobre la manera en que deben alimentar a sus hijos", concluyeron los investigadores estadounidenses. Fuente: Journal of Nutrition, Education and Behavior, EE.UU.