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Tango nuestro

13/08/2009 04:00 1 Comentarios Lectura: ( palabras)

El mundo sabe, escucha, baila y reclama tango

Es el tango la presencia más importante de nuestro genuino ser. Los que nacimos o vivimos en la gran aldea, o sea la Ciudad de Buenos Aires, encontramos en el tango la expresión mas sincera, más auténtica. Pero atención. No es verdad. Seguramente la veracidad de estos conceptos tendría validez absoluta a fines del siglo XIX (1880). Pero hoy, dentro del siglo XXI esta definición es, seguramente errónea. El tango dejó de ser hace rato propiedad exclusiva de los porteños. Ha traspasado gracias a Dios, las fronteras de esta jungla de cemento, se ha instalado en el paraje más recóndito del país y también ha superado esos límites. El mundo sabe, escucha, baila y reclama tango. En definitiva el tango simboliza desde el arrabal porteño el alma de la Argentina

Seguramente Corrientes y Esmeralda sigue siendo la esquina en que cualquier “cacatúa” sueña con la pinta de “Carlitos”.

San Juan y Boedo es aún donde un fueye llora la poesía de Homero Manzi.

Centenera y Tabare todavía es transitado por “matungos” como Maniblanca.

En Corrientes y Maipú ya no se come pucherito de gallina pero el fantasma de Edmundo Rivero sigue de despunte en el viejo Marabú.

Y axial un centenar de calles de Buenos Aires, muchas todavía alfombradas por el mismo adoquín que pisó el “Polaco” Goyeneche, “El Flaco” Morán, “El gordo” Troilo, “El Tano” Marino…

Es el tango la presencia mas importante de nuestro genuino ser

Las mismas veredas que paseo su pinta Hugo del Carril, en las que Tita Merelllo daba un consejo atrevido…

Los mismos paredones que le guiñaron un ojo a D’ Arienzo, al “Tigre” Arolas, a Don Anselmo Aieta, al genial Julián Centeya…

Los viejos cafés como “El Tortoni”, “La Giralda”, “Las Palmas”, “La Paz”, o aquel recordado “Café de los Angelitos” donde el recuerda de “La Negra” Bozán toma un cortado, donde Osvaldo Pugliese le “Entraba” a una ensaimada, donde “El Tata” Floreal Ruiz sigue sacando pecho con “Que me van a hablar de amor”, y entre todos y con todos deambula con su sonrisa capaz de iluminar la luna, traje negro, camisa rayada, pañuelo al cuello, el funyi ladeado a izquierda, la figura pletorita y exultante del “Morocho”, de Carlos Gardel y su voz, como la mil pájaros cantores, todavía emociona con “Mi Buenos Aires querido”.

En eso los porteños tenemos la suerte de contar con el patrimonio y quienes vivimos en los barrios, en los cien barrios a los que les canto “El Cabezón” Castillo, debemos y trataremos de recuperar e incorporar nuevas generaciones a la música ciudadana. Inculcándola, haciéndola conocer y sentir. Especialmente sentir.

Para que no tengamos que decir, como dice una vieja letra: “Mientras sonaba un tango ninguno lo bailó”


Sobre esta noticia

Autor:
George Best (3 noticias)
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Tipo:
Opinión
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adelina (13/08/2009)

ES REALMENTE MUY BUENA LA NOTA. CUANTA NOSTALGIA! AMO EL TANGO. Y LO PEOR ES QUE LO VALORAMOS MENOS NOSOTROS QUE EL RESTO DEL MUNDO. SEGUI ESCRIBIENDO SOBRE TANGO