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Continuo reponiendo las partes borradas
Ya se acerca tu noveno cumpleaños. No puedo creer cómo ha pasado el tiempo! Pero eso me alegra, porque cada día que pasa es uno menos que me falta para poder abrazarte.
No te imaginas con cuanta ansiedad espero que tus padres me digan que ya les parece que podemos hacerlo.
Me ha contado tu madre que te va muy bien en el colegio, pero que últimamente estas muy peleador.
No quiero hacer una apología de esto, pero yo también era bastante peleador a tu edad.
Querido hijo, pelea si es necesario, pero recuerda que sólo debes hacerlo para defenderte a ti mismo, o alguien que lo necesite. Trata de no iniciar nunca la pelea.
Es bueno saber defenderse o poder defender a alguien en inferioridad de condiciones con respecto a su atacante, pero no es bueno pelear por pelear. Las cosas en la vida no se consiguen por la fuerza sino con el esfuerzo. No olvides nunca esto!.
Tus abuelos y tu madre me han contado que ya no te interesan más los juegos de pirata, por lo que me disculpo de antemano por enviarte éste de regalo.
Es que mirando los juegos para el ordenador, encontré uno relacionado con los piratas del caribe y me pareció sensacional. Por eso decidí comprártelo.
Siempre les muestro a tus hermanas tus fotos, diciéndole que eres un hermanito que vive lejos, creo que ya te lo he dicho antes, verdad?. Ellas me han pedido, como lo hacen siempre, que te mande un beso de parte de cada una.
Samanta y Hannah, son dos niñas adorables. Se que se querrán mucho cuando se conozcan.
Vuelvo a desearte un feliz cumpleaños.
Papá
Ni Sophie ni Alex sabían que esta sería la última postal que Joey recibiría antes de conocerlo.
La actitud de Sophie fue igual a la de siempre. Estuvo triste un tiempo, pero de nuevo los preparativos del festejo del cumpleaños la alejaron por momentos del dolor de pensar.
Capítulo 10
Habían pasado cinco meses desde el último cumpleaños de Joey, cuando Sophie, se percató que hacía un tiempo que no tenía período menstrual.
Había dejado de controlar los días desde hacía mucho tiempo. Intentó recordar la última fecha pero no lo consiguió. No quiso alegrarse de antemano, pero su corazón comenzó a tener un presentimiento que la embargó de alegría.
Fue corriendo hasta la farmacia y compró un test de embarazo. La espera para leer el resultado le pareció eterna, pero todo cambió cuando vio que era positivo.
Tuvo miedo que fuera un falso positivo. La etiqueta decía que podía ocurrir., que la efectividad del método era del 99%, por lo que había un 1% de error. Salió de nuevo hacia la farmacia.
Le solicitó un nuevo test al farmacéutico. Cuando éste se giró para ir a buscarlo Sophie lo llamó y le dijo:- Perdone, mejor tráigame dos-. El farmacéutico rió sin decir nada. Nuevamente cuando se giró para ir a buscarlo, Sophie lo interrumpió:- Mejor que sean tres-, le dijo.
El farmacéutico se volvió a dar vuelta y le explicó a Sophie que esos tests eran bastante seguros. Sophie le replicó que no le importaba, que igual quería estar segura.
-Desea usted este embarazo, señora? -Le había preguntado por curiosidad.
-Con toda mi alma!- Había respondido Sophie.
-Pues le deseo toda la suerte del mundo- mientras envolvía los tres kits.
Sophie salió de la farmacia con una sonrisa de agradecimiento.
Le parecía que su casa estaba más lejos que de costumbre.
Esperar los resultados también le pareció interminable, pero cuando vio que los 4 kits habían resultado positivos, ya no tuvo dudas.
Sabía por su experiencia anterior que un embarazo ectópico podía dar positivo también, pero Sophie tuvo la convicción que esta vez no ocurriría.
No podía esperar a la noche a que Pete volviese del trabajo.
Lo llamó a la oficina y le pidió que viniese a la casa.
Pete, asustado, le había preguntado porqué.
-No temas nada Pete. Es que necesito tenerte a mi lado, ahora.-
Pete no estaba acostumbrado a este tipo de reacción de Sophie, pero le gustó el tono de voz con que ella le había hablado.
Le pidió a su secretaria que cancelara todas las citas por 2 horas. -Tengo que ir a casa- le había dicho, sin darle más explicaciones.
-Y que les diré a los clientes- había preguntado ella.
-Pues - caviló Pete, - diles que algo inesperado me obligó a marcharme. No des más explicaciones-.
Llegó a su casa con muchas expectativas. La voz de Sophie sonaba tranquila en el teléfono, feliz y tranquila por lo que él no estaba preocupado sino curioso.
Cuando abrió la puerta, la vio a Sophie vestida con un camisón negro transparente que dejaba al descubierto toda su belleza de mujer, puesto que por debajo no había ropa interior.
En sus manos tenía apretado algo que no alcanzaba a reconocer. Parecían como termómetros.- Pero, que haría Sophie con unos cuantos termómetros en su mano?-.
Sophie le mostró sus puños cerrados que abrazaban los cuatro kits de embarazo.
-A que no eres capaz de adivinar que es esto? - le había dicho con una sonrisa especial. Pete vio que los ojos de Sophie tenían un brillo especial. Hacía tanto tiempo que no veía ese brillo que tanto la había caracterizado en su niñez y adolescencia!
-No- le contestó Pete- no tengo la menor idea. Que es? Parecen termómetros-.
Lentamente, Sophie abrió los puños y dejó al descubierto los 4 kits positivos que Pete reconoció inmediatamente.
-Sophie, le dijo……no me…..digas que…-..
-Si- respondió Sophie. -Lo altamente improbable se ha convertido en una realidad absoluta. Estoy embarazada-.
Pete la abrazó con más ternura si era eso posible, que de costumbre. La besó repetidamente. Sophie respondió a sus caricias como no lo había hecho nunca. En ese instante supo que estaba enamorada de Pete, y que su ceguera no le había permitido darse cuenta, hasta ese momento, que por lo mágico, había conseguido que ella tomara conciencia de ese amor.
-Los milagros ocurren a diario- había dicho Sophie.- Sólo que los seres humanos no sabemos verlos porque lo consideramos normal, pero cada nacimiento es un milagro y este embarazo no es más que uno de ellos-.
Se tiraron sobre la alfombra e hicieron el amor hasta el cansancio.
Pete no volvió a la oficina ese día ni tampoco respondió a los llamados que insistentemente le había hecho su secretaria.
-Ahora si - pensó Sophie – mi vida está completa-.
Pero la vida que nunca para, jamás deja de mover las piezas del puzzle a su antojo.
Le costó mucho a Alex permanecer solo en España, a la espera que regresara su novia. Tenía tanto que contarle! Ahora podía abrirle su corazón y hablar sin interponer en el medio ninguna mentira.
La llamaba todos los días, era la única forma de acortar su ausencia, pero por supuesto no iba a decirle nada hasta que no estuvieran frente a frente.
Charlaban por más de una hora, a través del Messenger.
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A Mabel también le hacia mucho bien estas conversaciones.
Su padre estaba viviendo sus últimos días, y la tristeza que imperaba en la casa, especialmente la de su madre, la agobiaba bastante.
Habían estado casados durante 35 años, y no era fácil para ella pensar en la soledad que a partir de ahora la acompañaría.
Aunque tenía otros dos hijos casados que vivían cerca de ella y que estuvieron a su lado todo el tiempo, la ausencia de nietos, sabía que haría más notable su soledad.
Mabel permaneció unos días junto a su madre después de la muerte de su padre, hasta que se acabaron sus vacaciones.
Quería acompañarla la mayor cantidad de tiempo posible. Entonces se dio cuenta que, si la llevaba a España, podría alargar ese período.
Le propuso que viniera con ella. Le haría mucho bien alejarse de todos los recuerdos que encerraba esa casa.
Sus hermanos estuvieron de acuerdo. Entre los tres hijos juntaron el dinero para el pasaje.
En un primer momento, Ester no aceptó la propuesta. Nunca se había movido de su país, ni siquiera lo había hecho dentro de su país. En realidad nunca se había movido del barrio. Allí vivían sus padres y, cuando se casó, se quedó muy cerca de ellos. No había tenido luna de miel, pues sus recursos no se lo permitieron. Tampoco nunca había tenido vacaciones, por eso la idea de ir a España, que en su imaginación quedaba tan pero tan lejos, la asustó en lugar de alegrarla.
Pero Mabel, con su característica paciencia, supo encontrar las palabras apropiadas para hacerle cambiar de idea.
-Mamá te hará mucho bien alejarte por un tiempo, además podrás conocer a mi novio y darme tu bendición si así lo crees conveniente- le había dicho con ternura. -No sabes lo que significaría para mí que te gustara. Por favor, necesito tanto que lo conozcas y conozcas el lugar donde vivo. Te va a gustar tanto! Estoy tan segura! – Y así continuó dándole motivos y ánimos.
Ester, después de escuchar todas las explicaciones y ruegos de Mabel durante más de dos horas, terminó encontrando las fuerzas necesarias para vencer su reticencia.
-Aunque sea por mi hija tengo que hacerlo-, se había dicho interiormente.- Ella se lo merece y tal vez, tenga mucha razón al decirme que me hará bien alejarme por un tiempo de todo esto, hasta que mi corazón vaya entendiendo que ya no lo tendré más a mi lado. Lo entenderá alguna vez?- dijo en un suspiro lleno de tristeza.
Apenas su madre aceptó la propuesta, llamó a Alex para comunicárselo. A él también le pareció una buena idea. Conocía perfectamente lo que es la separación de sus seres queridos y lo que significa la soledad.
A la mañana siguiente fueron a obtener el pasaporte de Ester y comprar su pasaje. Aprovechó además para actualizar su fecha de regreso.
Al subir al avión, Ester sintió pánico y casi desiste del viaje. Pero ahí estaba Mabel y su increíble capacidad de dar ánimo a la gente.
Durante el viaje mostró cierta desazón, pero terminó tranquilizándose y quedándose profundamente dormida apoyada en el hombro de Mabel.
Cuando llegaron a España, Alex las estaba esperando en el aeropuerto.
Él la vio tan triste que sintió deseos de abrazarla. No pudo dejar de pensar que probablemente su madre tendría la misma tristeza o al menos la había tenido mucho tiempo después de su partida. Por eso abrazó con fuerzas a Ester con la mente puesta en su madre.
-Bienvenida a España, Ester!- le dijo con alegría. -Me alegro mucho que hayas decidido venir. No te arrepentirás, te lo aseguro-.
Ya sentados en el coche, hablaron durante todo el viaje.
-Lamentablemente- dijo Alex- mañana tenemos que empezar a trabajar y como sabes, tenemos que concurrir a nuestras clases en la universidad, por lo que espero que no te sientas demasiado sola en esta ciudad desconocida. La zona de Alcobendas, donde vivimos, es un barrio tranquilo. Puedes salir a caminar sin temor. Te dejaremos nuestros teléfonos para que nos llames si no te encuentras bien o te sientes perdida. No titubees en hacerlo. Mejor que eso- dijo Alex reflexionando- te dejaremos uno de nuestros celulares para que puedas llamarnos desde donde estés sin necesidad de estar buscando una cabina telefónica-.
Ester se sintió muy bien acogida por su yerno y miró con cara de complicidad a Mabel, para hacerle entender que le gustaba mucho su novio. Hizo un gesto en el aire de la señal de la cruz para hacerle entender que le daba su bendición tal como ella le había pedido que lo hiciera si en realidad le gustaba.
Mabel sonrió, también con un gesto cómplice de que le había entendido.
Cuando llegaron al departamento se encontraron que Alex le había preparado la habitación a Ester y había colocado un ramo de rosas en la mesita de luz.
Por supuesto había otro ramo de rosas junto a la de Mabel.
Se fueron a acostar temprano. Todos estaban cansados, incluso Alex, porque el avión había llegado muy temprano y había tenido que madrugar para ir a buscarlas.
Esa noche, cuando se quedaron solos, Alex le dijo a Mabel que tenía que hablar con ella. Estaba entre excitado y asustado. Era mucho lo que tenía que decirle y sobre todo eran cosas demasiado fuertes e importantes.
Le contó todo lo sucedido hasta el día que tuvo que marcharse de Inglaterra.
Ante cada palabra del relato, él estudiaba la reacción de Mabel. Tenía tanto miedo que ella lo dejara!
En lugar de un gesto de rechazo, recibió de Mabel la sonrisa más dulce y comprensiva que había visto jamás, quien con un gesto cariñoso, le dijo:
-Alex, desde el primer día que te vi supe que detrás de esa encantadora sonrisa se escondía una gran tristeza. Tengo la facilidad de adivinar cuando una persona necesita ayuda. Es como un don que me acompaña desde mi niñez. Mi corazón podía ver tu gran pena. Creo que esa fue la causa por la que acepté tu invitación. Cuando el tiempo pasaba y nuestra relación iba creciendo, siempre esperaba que un día te decidieras a contarme aquello que te producía tanto dolor. Me decía a mi misma que tenía que ser paciente. Que no debía apurar la situación. Que el día que sintieras que podías hacerlo, lo harías. Por lo que puedo ver, hoy es ese día. Me alegro que por fin te hayas animado. Debe haber sido muy difícil para ti, puesto que has esperado tanto tiempo. Tengo que confesarte que cuando no querías hablar de tus padres yo pensé que habías tenido una infancia de abusos y maltratos. Lamento haber pensado así de ellos pero fue lo único que se me ocurrió cuando te negabas tan terminantemente a hablar sobre ese tema-.
-No sé cómo agradecerte tus palabras amor mío- le dijo mientras miraba con ternura y admiración a Mabel. -Tenía tanto temor que al saber mi verdad te alejaras de mí! Que huyeras espantada por lo que había hecho-.
-Y porqué iba a hacer eso? Que habías hecho para que te dejara?- le dijo.
-Ya te conté que todas las chicas que conocí en Ibiza huían espantadas por mis pesadillas. Imaginaba que si las pesadillas podían separarlas, cuanto más lo haría mi historia. Tú fuiste la única que me ofreció su abrazo para consolarme. Gracias a ti, logré que con el tiempo casi desaparecieran. No obstante, temía que esta verdad fuera demasiado grande para ti-.
-Que verdad Alex? Que tuviste un accidente? Quién no tiene, en su vida, algo que lo avergüenza o lo atemoriza? Yo no conozco a nadie-. Y agregó:
-Y no creo, verdaderamente, que debas sentir vergüenza. Si por supuesto, culpa, eso lo entiendo, sobre todo por haber manejado borracho. Pero muchas personas creen que pueden dominar sus impulsos aunque su cerebro esté obnubilado por el alcohol. No te estoy justificando. En absoluto. Estuvo mal. Y eso sí, no tiene cambio, simplemente estoy tratando de que entiendas que no lo hiciste a propósito. Que no te subiste al auto pensando que podrías atropellar a alguien. Ni siquiera pensaste que podrías haber chocado, y haber sido tú el que perdiera la vida. Simplemente no pensaste porque el alcohol no te lo permitió. Y vuelvo a repetirte que no estoy justificando lo que pasó. Sólo estoy tratando de entenderlo y sobre todo que tú lo entiendas. Un accidente es solo eso, Alex. Un accidente. Algo que ocurre sin que uno se lo proponga. No buscaste atropellar a aquel hombre, verdad? Simplemente ocurrió- dijo dulcemente.
-Escuchado de tus labios y con tus palabras, todo parece tan sencillo, que lamento no habértelo dicho antes. Hubiera encontrado consuelo hace mucho tiempo. Lo lamento muchísimo- contestó Alex.
-Como te dije antes. Hay un momento para todo. Y éste fue tu momento para hablar- dijo Mabel, mientras le acariciaba la mejilla.
Alex respiró profundamente.
Todavía tenía que contarle a Mabel lo de Joey.
-Que ocurre Alex, porque esa cara de angustia? Es que acaso falta algo más en tu relato-.
-Si- le respondió inhalando con fuerza el aire. -Todavía falta algo más que tengo que contarte. Algo que descubrí en mi viaje y de lo que todavía no me repongo- le dijo en un tono de profunda tristeza.
Se lo contó todo, con todos los detalles que recordó. Le abrió su corazón completamente. Le contó toda su relación con Sophie y Pete desde su infancia. Su amor por ella. Su dolor de irse sin una explicación, ni siquiera un saludo, para las dos personas que habían sido después de su familia, lo más importante en su vida. Todo lo que pensó al respecto. Sus dudas de marcharse o preferir la cárcel. Lo que supuso que podrían haber pensado de él su novia y su amigo. Trató de que ella supiera absolutamente todo sobre él como compensando los años de silencio.
Mabel lo abrazó con todas sus fuerzas, lo besó en las mejillas, en los ojos, en la frente y por último en los labios. Lo besó apasionadamente. Quería transmitirle no sólo su amor sino su apoyo incondicional.
-No sé que decirte con respecto a Joey- le dijo con verdadera pena -Es verdad que es muy pequeño para contarle la verdad, pero pienso que de alguna manera, deberías tener algún tipo de relación con él. Es tu hijo después de todo!-.
-Lo sé, no hago más que pensar en ello!- contestó Alex.
Mabel se quedó pensativa durante unos instantes tratando de imaginar en que forma podrían relacionarse ambos.