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La sensación de los usuarios de teléfonos móviles tradicionales suele ser de 'aislamiento'.
08/05/2014.- ¿Teléfono móvil o smartphone? Probablemente la mayor parte de los usuarios no aprecien ninguna diferencia entre ambas categorías de producto. Lo cierto es que no son exactamente lo mismo aunque muchas veces estos términos se empleen como sinónimos.
Sin embargo, esto que parece una obviedad, no lo es tanto. La principal diferencia es que los smartphones o teléfonos inteligentes incorporan un sistema operativo y permiten utilizar múltiples aplicaciones conectadas a Internet, mientras que los teléfonos móviles o features phones utilizan un software mucho más básico, no suelen tener conexión a la Red y, si la tienen, las opciones son bastante más limitadas.
España es el país europeo con mayor penetración de smartphones, y ya estamos cerca de alcanzar los 30 millones de dispositivos; datos que arrojan algo de luz al destino inexorable que espera a los móviles clásicos.
Precisamente por estar inmersos en una sociedad 2.0 que no hace más que coquetear con la nomofobia (adicción al smartphone), todavía existen un reducto de usuarios que, al más puro estilo Astérix y Obélix, se resisten a caer en las redes de los teléfonos inteligentes.
Adaptarse o morir
"No lo necesito" suele ser el argumento más extendido entre estas personas, pero está claro que ni los fabricantes, ni las operadoras, ni el resto de usuarios, se lo están poniendo fácil.
Los fabricantes porque prestan poca atención a los teléfonos básicos, que suelen ser destinados, en todo caso, a mercados emergentes. Las operadoras porque relegan a una presencia meramente residual a servicios como los SMS; lo que es un síntoma inequívoco de la necesidad de un cambio. Además, fomentan el uso de smartphones para comercializar tarifas de Internet móvil, una de sus principales fuentes de ingresos en la actualidad.
Por último, es la propia sociedad la que presiona a los usuarios de teléfonos móviles clásicos a cambiarse a un smartphone. El éxito de aplicaciones de mensajería instantánea como WhatsApp, que han pasado la principal forma de comunicación en estos dispositivos, genera un sentimiento de aislamiento al no poder ser partícipes en conversaciones de grupo para quedar o hacer algún plan. Y esto es sólo un ejemplo.
¿Qué es lo que suele pasar al final? Que estos usuarios terminan por ceder y caen en las redes de los smartphones. Adaptarse o quedarse aislado en casa y perder el contacto con los amigos que ya se modernizaron.
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