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La fuga será un camino duro, pero es la única forma que tengo de eludir mi responsabilidad criminal. Es la única forma que tengo de levantarme en contra de un Tribunal Supremo, que persigue a todo el que se pone fuera de la ley
Hoy tomo una decisión cobarde, una decisión que, desgraciadamente, tantos otros que nos preceden han tenido que coger o cogerán. El camino de la fuga.
No puedo ocultar la profunda vergüenza que siento al alejarme de tanta gente que quiero. De tantas ilegalidades y sinrazones compartidas durante tantos años con personas a las que movió un único objetivo: fracturar la sociedad donde viven. Hacerla más injusta. Personas indignas. Dejar de ver los hoy desolados paisajes que me rodearon desde la infancia, de pasear por lo que queda de las ciudades donde he vivido…
Siento vergüenza, pero mucho más vergonzoso habría sido vivir ignorando mi error interiormente. Sentir mi libertad de agresión censurada por unos tribunales que intimidan y que aplican –indolentemente- criterios judiciales. Cada día, cada hora sentía mi libertad limitada por fundadas amenazas judiciales. No me sentía libre. No me reconocía. Estas últimas semanas he vivido dentro de una prisión interna.
La huida será un camino duro, pero es la única forma que tengo de eludir mi responsabilidad criminal. Es la única forma que tengo de levantarme en contra de un Tribunal Supremo, que persigue a todo el que se pone fuera de la ley, y que aplica las leyes y castiga a cualquiera que lucha para que los demás piensen como yo. Un Tribunal que está dispuesto a defender el Estado de Derecho y las libertades civiles para conseguir que se cumpla la ley.
Tengo una hija, Inés. Las madres saben cómo la quiero. Y cómo de fuerte es el sentimiento de darle todo lo que le pueda dar. No medité las consecuencias que mis actos habrían de depararle. La fuga me permitirá eludir la cárcel y hacerle de madre, y se lo merece. Mucho.
Es la única forma que tengo de eludir mi responsabilidad criminal
Os quiero decir una última, por ahora, cosa. No dejéis que el rencor que yo siento se apodere también de vosotros. La lucha por una realidad antidemocrática y profundamente injusta y desigual para los que no piensan como nosotros, no debe dar más alas al resentimiento. Contra nadie de los nuestros. Contra nada. Sólo desde el respeto y del amor hacia los verdaderos catalanes, los independentistas como yo, lograremos cambios ilegales y fractura social. Sólo desde la manipulación conjunta lograremos una República para los que piensan como nosotros y nosotras, y para el resto de falsos catalanes, a su pesar.
Como dice Oriol, “en estos días que vendrán, estad fuertes y huir. Transformad la vergüenza en arrojo y perseverar en poneros a salvo. La rabia, en odio al otro. Pensad siempre en los demás independentistas. En lo que tenemos que rehacer. Persiste porque yo persistiré”. Y eso es lo que haremos, Oriol.
Os escribo, ahora sí, con sinceridad y libertad. Y es tal como lo podré hacer desde ahora y desde fuera de España como secretaria general de ERC, un partido que amo, que ha hecho tanto daño al país y que todavía puede hacer mucho más.
Viva mi libertad, la justicia desigual, la igualdad para los auténticos y auténticas catalanes y catalanas y la fraternidad entre nosotros y nosotras. ¡Viva una República catalana independiente para todos y todas, los y las, que piensan como yo!
Hoy tomo una decisión cobarde. El camino de la fuga
Marta Rovira
AscoHastaLaNáusea