Estamos en una época que lo que antes estaba prohibido hoy está parcialmente permitido, en camino a estarlo absolutamente. Dejando a las nuevas generaciones sin posibilidades para transgredir. En realidad las posibilidades de transgresión pasarían ahora por hacer las cosas, que antes estaban bien para los abuelos. Siendo este el nuevo camino que se debería tomar para seguir transgrediendo lo que se ha vuelto normal y aceptado por el mundo adulto. El inconveniente aparece cuando los que tendrían que mostrar en nuevo camino para la transgresión no encuentras las posibilidades internas para hacerlo, porque fueron convencidos de que lo suyo estaba equivocado, desactualizado y caduco.

Esto así relatado parece muy loco, pero en realidad no lo es. Respondiendo a un movimiento pendular que las sociedades protagonizarían fundamentalmente para desobedecer al sentido que el mundo adulto le imprime a la realidad social en una determinada época.

En este sentido es posible observar que el mundo rígidamente tiranizado, ansía aspirar una considerable bocanada de libertad. Mientras que el mundo impregnado de una gran libertad que raya en lo caótico, comienza a dirigir su mirada hacia un nuevo orden donde se recupere la posibilidad de convivir aunque sea a costa de restringir parte de esa libertad.

Lo mismo sucede, cuando aparecen algunas expresiones que marchan en sentido contrario al del consumo exacerbado. Formando nuevas comunidades que sobreviven consumiendo de lo que la sociedad desecha, llegando al extremo de comer de la basura, aquellos alimentos que están todavía en buenas condiciones para ser ingeridos, según su percepción. Se los conoce como freegans o freeganos. Pretendiendo esos grupos emitir un mensaje de alerta, sobre todo lo que la humanidad desperdicia en forma de alimentos, existiendo una buena parte del mundo hambriento y una ecología desquiciada.

Eugenio García

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