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Son los valores los que te protegen y te empoderan en tus relaciones. En este artículo pongo a tu consideración algunas reflexiones sobre un valor especial que te otorga el poder de actuar correctamente en las relaciones con los demás y contigo mismo
Ni tu inteligencia, ni tu nivel académico, ni tu posición social te van a impedir que lastimes a los demás con tu conducta.
Solo puedes evitar hacer esto si posees un conjunto sólido de valores que guíen tus acciones aun cuando nadie te ve.
Son los valores los que, además te protegerte de las influencias y presiones sociales no deseadas, te empoderan en tus relaciones.
En este artículo pongo a tu consideración algunas reflexiones sobre un valor que pienso que no solo es especial porque te otorga el poder de actuar correctamente en las relaciones con los demás, sino en la relación que tienes contigo mismo.
A menudo se oye hablar de que estamos en una época que se caracteriza por la pérdida de valores, pero lo que se debe comprender es que es el valor que el ser humano le otorga a esos valores lo que hay que situar en la palestra de la atención.
Los valores que nos caracterizan como seres sociales siempre han estado ahí, se han expresado desde el mismo comienzo de la humanidad y han ido cambiando continuamente como una protección a nuestra tendencia a la autodestrucción y al sufrimiento.
Cuando le asignamos poco o ningún valor a esos valores es cuando se pisa el terreno de la crisis existencial que hoy vivimos porque no se reniega solo de lo social, se reniega de nuestra propia esencia que nos permite ser seres vivos.
Y existe un valor especial al que la sociedad no se le da la debida importancia pero que a la persona que lo hace suyo le concede un inmenso poder.
¿Cuál es ese valor?
El amor y el profundo respeto a la Vida en cualquier forma que esta se manifieste.
Ante todo, somos Vida, pero todo parece indicar que nuestra actual civilización tiene dos caras.
Una cara es la del progreso. Es el largo y heroico camino recorrido desde la oscura ignorancia hasta el brillante mundo moderno de conocimiento, siempre en aumento, que nos brinda el confort al cual nos hemos hecho adictos.
Y la otra cara es la historia del declive de la humanidad. Es el proceso gradual de la separación del ego de su esencia con el consiguiente irrespeto y poco valor que le hemos asignado a la Vida.
¿Evidencias?
Hay muchas, pero solo te voy a citar 3 de ellas.
1-Somos los únicos seres vivos que vivimos en constantes guerras contra nosotros mismos, masacrando y exterminando sin razón alguna.
A veces, hasta nos matamos por una idea, por una ideología, por una religión. Le damos más importancia a lo que pensamos que a lo que somos.
Hemos llegado a la Luna, hemos viajado a las entrañas de la Tierra, pero no podemos vivir en armonía con nuestros familiares, con los vecinos, con los compañeros de trabajo.
¿No te parece eso un irrespeto absoluto a la Vida misma?
2-Si la Tierra tuviera conciencia como la nuestra estaría horrorizada al contemplar cómo somos los seres humanos sus mayores predadores.
El eminente biólogo Edward Wilson ha advertido: “Si toda la humanidad desapareciera, el mundo se regeneraría al estado rico de equilibrio que existía hace 10.000 años, pero si desaparecieran los insectos, el medioambiente colapsaría hasta quedar en caos”.
Entonces, ¿Por qué razón nos consideramos más importantes que una rana o que un mosquito? ¿A qué cadena alimenticia pertenece el hombre para que su presencia sea imprescindible para la Vida?
No somos conquistadores, somos huéspedes en esta Existencia. Y los huéspedes agradecen y respetan
Sin embargo, es el ser humano el único que tiene el poder de acabar con las demás especies y con el planeta entero haciendo un uso excesivo de él. Y mientras más grande es ese poder, más grandes son los excesos que comete.
Son precisamente esos excesos, sin el menor respeto a las otras manifestaciones de Vida, los que han provocado la crisis económica y medioambiental que evidenciamos hoy.
Pero más grave aún: Son esos excesos los que han ocasionado nuestra perdida de humanidad. Es la falta de respeto hacia la Vida la que nos convierte cada día en menos humanos y hace que se dude de nuestra racionalidad.
3-Nuestro cuerpo es el templo de la Vida, pero muchas veces no lo valoramos en su justa medida.
Tan es así que maltratamos a nuestro cuerpo imponiéndole cosas que van en contra de su propia naturaleza (ejercicios excesivos, dietas estrictas, largas jornadas de trabajo sin descanso, etc.)
Creemos, erróneamente, que el cuerpo es un mero instrumento y que tiene que hacer nuestra voluntad. De ahí que, con tanta facilidad, descuidas tu salud física y mental.
Es como bien dice un sabio proverbio: “Perdemos la salud buscando el dinero, y después tenemos que perder el dinero buscando la salud”.
¿Crees que todas estas cosas sucederían si le tuviéramos un profundo respeto y amor a la Vida?
Si me preguntaran: ¿Cuál es la esencia de la potencialidad humana?
Respondería que esa esencia no está en el hecho de tener éxito desde el punto personal, profesional o social.
La verdadera potencialidad humana implica la posibilidad de vivir permanentemente en un estado de completa expansión donde nos identificamos con la existencia en forma pura y original dándole un extraordinario valor a esto.
Para mí la potencialidad de ser humano radica en la inagotable e ilimitada posibilidad y libertad que tenemos (y que desafortunadamente casi nunca utilizamos), de poder salir del encierro de la burbuja del “Yo” y vivir en unidad con el Todo.
Toda la Existencia practica la conciencia de la igualdad y la unidad. La tierra en la India no dice: “Solo los hindúes pueden caminar sobre mí”. El aire es el mismo en todas partes.
Soy de nacionalidad cubana y vivo en Brasil, pero si mezclas agua de Cuba con agua de Brasil continúa siendo la misma agua, y ninguna célula, ninguna molécula, ningún átomo que te componen llevan tu nombre.
En este Universo nada toma posesión de nada y por eso hay una profunda armonía basada en una profunda sacralidad por la Vida.
Termino con el relato de esta bella historia que demuestra lo que sucede cuando le asignamos un significativo valor a la Vida.
Cuando Edmund Hillary llegó a la cima más alta de los Himalayas, el Everest, todo el mundo occidental se refirió a ello como una conquista: “la conquista del Everest”.
En todos los titulares aparecieron noticias describiendo a Hillary como un verdadero vencedor. Sólo en un monasterio Zen, en Japón, en un periódico mural, apareció la siguiente noticia:
“Se ha hecho amistad con el Everest”.
RECUERDA:
No somos conquistadores, somos huéspedes en esta Existencia. Y los huéspedes agradecen y respetan.
El Universo solo nos advierte: “Siéntate como en tu casa, pero no olvides que eres visita”.
Creo que suficiente. Espero tus comentarios.
MUCHAS GRACIAS.