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Herencia. Ciclos menstruales. Embarazo.Obesidad.Menopausia. Cómo se forman. Molestias. Tipos. Complicaciones. Tratamiento
LAS VÁRICES EN LAS PIERNAS HAY QUE TRATARLAS A TIEMPO
Las várices son una enfermedad de las venas, los largos conductos por donde circula la sangre que vuelve al corazón.
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Las venas, para retornar la sangre al corazón, deben luchar contra la fuerza de la gravedad, principalmente en posición de pie; para ello, tienen múltiples mecanismos de compensación que las transforma en verdaderos “pequeños corazones periféricos”. Cuando fallan se instala la insuficiencia venosa.
Esta afección toma distintos nombres según el órgano o región enferma. Así, a la dilatación de las venas del ano se las denomina “hemorroides”, a las del cordón inguinal “varicocele”, entre otras.
Cuando se habla de várices se hace referencia, generalmente, a las del miembro inferior. Cuando una persona dice que padece de várices o de úlcera venosa, se sobreentiende que su afección radica en sus muslos o piernas.
Orígen
Su aparición es el resultado de factores causales, algunos controlables como la obesidad y otros no tanto como la herencia .
Bipedestación.
La posición de pie aumenta substancialmente la presión hidrostática contra la que tiene que luchar el sistema venoso para cumplir su función de regresar la columna sanguínea al corazón.
Herencia.
Se transmiten tanto las características morfológicas de las várices como su ubicación, repitiéndose en generaciones sucesivas.
Sexo.
La posibilidad de enfermedades venosas en la mujer respecto al hombre es de 5 a 1.
Ciclos menstruales.
La menarca (primer período menstrual) da inicio a las primeras manifestaciones patológicas consistentes en la aparición de pequeñas varicosidades y derrames, principalmente en las jóvenes predispuestas genéticamente. Los ciclos menstruales actúan directamente sobre las venas mediante las hormonas.
Embarazo.
En estas condiciones las venas padecen la influencia de tres factores que actúan negativamente sobre su integridad: el gran aumento hormonal que acompaña a la gestación, la compresión del útero grávido sobre las grandes venas y la tendencia al excesivo aumento de peso.
Obesidad.
Si bien es un factor común para ambos sexos, la mujer es la que sufre várices con mayor intensidad, ya que cada embarazo le deja un sobrepeso al que se le suma el producido por nuevas gestaciones.
En las mujeres la grasa se acumula sobre todo en los miembros inferiores asociada a la celulitis, la musculatura poco desarrollada, el temperamento sedentario y las articulaciones frecuentemente alteradas por lesiones artrósicas. Estos motivos recrudecen el padecimiento varicoso.
Menopausia.
El desequilibrio hormonal, común en esta época, es causa de las alteraciones venosas.
Vejez.
En esta etapa de la vida, suele producirse una atrofia generalizada de todos los tejidos, incluyendo las venas.
Dada La gran variabilidad de factores que intervienen en su desarrollo, el tratamiento debe ser forzosamente multidisciplinario.
Cómo se forman
Cuando las venas pierden tonacidad, sus tejidos se relajan y estiran, no facilitan el retorno sanguíneo. Entonces una cierta cantidad de sangre refluye hacia abajo, y da lugar a un estancamiento nefasto para la nutrición de los tejidos.
De este modo, millones de seres humanos sufren de mala circulación en los miembros inferiores, ya sea por las várices o por secuelas de flebitis (inflamación de las venas), que si no son correctamente tratadas, van intensificándose progresivamente. El paciente padece la pesadez de las piernas al poco rato de estar de pie; sólo lo alivian caminar con lentitud y la posición acostada.
Si las várices no son corregidas a tiempo, a medida que pasan los años, las piernas se vuelven tumefactas, se hinchan y deforman. Aparecen manchas sombreadas al principio violáceas, luego amarronadas.
La piel que cubre la zona se adelgaza y, a consecuencia de un ligero traumatismo de la pierna, se produce una pequeña herida muy difícil de cicatrizar que se va extendiendo tanto en superficie como en profundidad, que es la úlcera venosa.
Toda vena varicosa, librada a su evolución, genera una rémora sanguínea que tarde o temprano provoca un proceso escleroso que, lenta e inexorablemente, va alcanzando a los tejidos vecinos.
Molestias
· La pesadez de piernas es habitual, parecen pesar toneladas después de un día de trabajo.
· Hormigueos, principalmente en los extremos de las piernas, cuando se ha estado demasiado tiempo en la misma postura.
· Sensación de calor, quemazón, escozor, picazón, que puede imposibilitar el calzado de zapatos muy cerrados.
Hinchazón o edema de piernas.
Acostarse de noche con las piernas elevadas, permite que las piernas amanezcan menos hinchadas.
Caminar activa la circulación, atenúa todos los trastornos, igual que lo hace el frío, mientras que el calor los aumenta. Por eso no son aconsejables los climas calurosos.
Si el proceso avanza ocurren lesiones dermatológicas leves como los eccemas o graves como las úlceras.
Tipos de várices
Pueden ser tortuosas o rectilíneas, de pequeño tamaño o constituir verdaderos paquetes varicosos.
Existen de extensión reducida, independientes de las venas safenas (esas largas venas nacidas en la parte interna del pie que terminan en la ingle) o, por el contrario, afectan a un tronco venoso entero; uni o bilaterales.
Los derrames se sitúan generalmente en los muslos, aunque pueden abarcar amplias extensiones.
Complicaciones
Algunas várices son largas y difíciles de tratar como las úlceras varicosas; otras, como la ruptura de várices o las flebitis, requieren atención inmediata.
Tratamiento
Los flebólogos actúan sobre los trayectos varicosos, respetando las venas safenas a fin de preservarlas para un futuro posible bypass, y sin perder de vista la estética de las piernas.
Aplican medicamentos por distintas vías, tratamiento quirúrgico y apoyo fisiátrico.
Fuente: Fundación Flebológica Argentina