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Las tensiones en la economía argentina siguen en aumento y el gobierno decide redoblar la apuesta. También los analistas externos redoblan su apuesta y ven cada vez más probable una crisis en el país, a menos que el gobierno recapacite y se decida a cambiar hacia un comportamiento más disciplinado. Esta última posibilidad tiene una probabilidad de ocurrencia mayor a cero sólo para los más optimistas.
Desde el gobierno se insiste en la postura de "todo está bien" en la economía, aunque ello ya no lo cree nadie. El pasado martes, Oliver Balch reflejaba para el Financial Times, los temores acerca de una recesión profunda y larga en la Argentina "a pesar de los esfuerzos por parte del gobierno de pintar un escenario muy diferente".
Balch al igual que aquellos analistas que reportan para el exterior, ya no miran las cifras del Indec. No pierden el tiempo en hacerlo y prefieren confiar en las consultoras privadas, que con sus limitaciones de recursos, ofrecen datos mucho más reales que los oficiales. Así llega a la conclusión de que "los últimos datos privados muestran que una significante caída en los ingresos fiscales, las importaciones y la actividad industrial que indica que la economía argentina está yendo hacia su mayor contracción luego de cinco años de crecimiento consecutivo".
Estos mismos temores que se tienen desde el exterior es lo que ha producido la salida de capitales de inversores extranjeros del país. Pero lo peor es que también ha provocado la salida de dólares de residentes argentinos hacia el exterior.
En este contexto, aparece cada vez más como una muestra de falta de sentido común el plan de repatriación de capitales lanzado hacia finales de 2008 por el gobierno nacional. No hace falta que les comente acerca de los resultados. No existe un mínimo de racionalidad para traer capitales a un país que se esfuerza al máximo por desalentarlos. Menciono este tema como una muestra de los graves errores de inconsistencia en las decisiones de política económica del actual gobierno ¿A quién se le puede ocurrir lanzar un plan para que vuelvan aquellos capitales que huyeron de una Argentina en la que no confiaban para volver ahora a esta Argentina que es menos confiable que la anterior?
La fuga de capitales desde Argentina no se detiene. En el segundo trimestre se contabilizaron oficialmente una salida de divisas por US$ 6.300 millones y para los analistas privados: "Buena parte de la culpa por las preocupaciones del mercado se apoyan en la alegada manipulación de los datos económicos oficiales por parte de la administración de la presidente Cristina Fernández de Kirchner".
Por este motivo, la reforma del Indec se ha puesto en el centro de la discusión. Desde la oposición se persigue una mayor transparencia de las cifras oficiales, pero la respuesta oficial dista de ser satisfactoria. La decisión del gobierno de dejar en manos del ministerio de Economía, el manejo del Indec, dista bastante de otorgarle la libertad necesaria para recobrar la credibilidad perdida. Dentro de la nueva propuesta se contempla que el organismo sea asesorado por universidades nacionales y que Norberto Itzcovich, técnico que trabaja hace 17 años en el organismo (vinculado, según se comenta, al polémico ministro de Comercio Interior Guillermo Moreno), sea el nuevo director del organismo.
Realmente la propuesta es pobre porque el verdadero problema del Indec no era la falta de técnicos capacitados (de hecho, el instituto era uno de los más respetados en Latinoamérica), sino la intromisión del gobierno en la elaboración de la información económica. Con sólo devolverle al Indec la autonomía perdida, el problema queda solucionado, por lo que este tipo de proyectos no hace otra cosa que sembrar mayores dudas.
Los resultados electorales habían traído la esperanza de cambios en la gestión del gobierno, pero luego de tres semanas, desde el gobierno sólo se han realizado varios cambios con el único objetivo de que nada cambie.
Y como nada cambia, el temor de lo inevitable sigue invadiendo de temor a los ahorristas que buscan la manera de salvar lo suyo invirtiendo en dólares y buscando la forma de seguir sacándolos al exterior.
Para este problema de la incertidumbre en el contexto local, el gobierno ha decidido, como no podía ser de otra manera, redoblar su apuesta y extremar los controles y regulaciones sobre la compra de dólares. Ya se han lanzado más de media docena de medidas entre normativas, regulaciones y controles (incluso informales), para disuadir la demanda de dólares. Ciertamente no parecen ser medidas oportunas en tiempos en donde el mercado demanda previsibilidad y transparencia. En este sentido para Rodrigo Álvarez, analista de Ecolatina, entrevistado por Infobae: "Los controles del Gobierno hacen más explícita la situación y por lo tanto podría profundizar la fuga".
Para peor, las medidas de control de la demanda de dólares incentiva el crecimiento de la economía informal. Orlando Ferreres le decía a Infobae lo siguiente: "Claramente se abre la brecha entre el mercado oficial y el paralelo. Lo mejor siempre sería generar confianza y la forma más rápida de hacerlo es a partir de la restauración del INDEC, luego debería acordarse con el FMI, el Club de París, y los holdouts".
La salida de capitales no alcanza a ser el único problema de una economía argentina cada vez más tensionada. La cuestión fiscal se debilita cada vez más y el deterioro de la situación social amenaza con retornar a niveles del 2001. La economía argentina ya se encuentra en recesión, aunque se lo niegue, y desde el sector privado se adelanta una contracción de entre el 2% y el 3% para este año.
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En contextos de crisis una parte de sus ahorros dejó los bancos para estar en su poder, el problema es ¿qué hacer ahora con él?
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Horacio Pozzo
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