Globedia.com

×
×

Error de autenticación

Ha habido un problema a la hora de conectarse a la red social. Por favor intentalo de nuevo

Si el problema persiste, nos lo puedes decir AQUÍ

×
cross

Suscribete para recibir las noticias más relevantes

×
Recibir alertas

¿Quieres recibir una notificación por email cada vez que J. M. Peláez Garrido escriba una noticia?

¡ Si vota con el bolsillo... no evitará que le roben !

20/05/2009 22:20 0 Comentarios Lectura: ( palabras)

En Argentina el sufragio es una cuestión comercial más que de conciencia. Si le pregunta a cualquiera, todos habrán de negarlo

En Argentina es por demás común que no se vote con el cerebro, es decir, usar la inteligencia teniendo en cuenta pautas determinantes, tales como: Situación socio - económica general primero y personal después; trayectoria, fallas y aciertos, decodificación de los mensajes, gestos y posturas de todos y cada uno de los postulantes a los diversos cargos; la mentira propagandística; el menú de candidatos en su contexto general; resultados de cada administración no solo en el plano local sino internacional, es decir, que nos dejó en materia de seguridad jurídica cada gobierno en relación a las inversiones extranjeras, exportación de productos obtenidos de la materia prima que tienen nuestros bienes naturales, credibilidad de nuestra política y nuestra moneda; que se quiere lograr con el voto, ¿qué cambie o que continúe qué? Bueno, debo ser un ingenuo, cuando nueve (9) de cada diez (10) argentinos disimulan cuasi a la perfección que no tienen cerebro y espíritu para soportar estas premisas y a las pruebas me remito. Por sobre todas las cosas, porque el argentino de por sí en toda la biósfera de su idiosincrasia, es un oportunista por naturaleza, un ventajista, individualista por adopción, maestro de la improvisación y casi nada afecto al sacrificio y a la tolerancia, completamente adverso a las normas que constituyan un sistema de vida donde prive el respeto por los demás antes que por lo propio. Excelente deportista en la práctica de la ley del menor esfuerzo. Más un envidiable orador para despedir y reconocer virtudes frente a los restos finales de aquel que en vida renunció a todo por pensar en los demás.

La vida es una ruleta…

En este país, donde todo pretendemos arreglarlo con ‘nuestras propias y circunstanciales leyes’ que no figuran -por supuesto- en ninguna jurisprudencia, y en inoperantes y largas charlas de café, extendemos nuestra existencia en el plano de lo que mejor creemos saber jugar, que es la ruleta rusa. Y para colmo de males, lo hacemos con una pistola repleta de balas. Para nosotros, todo es una mueca de grandes clásicos a jugarse. Pareciera ser que solo hay dos veredas y todo es cuestión de vida o muerte. Vivimos siempre de un Boca-River, de Radical o Peronista, de porteños o cabecitas negras, de Blanco o Negro, de Chevrolet o Ford, de Tango o Folclore. De esposo y amante. Y una elección como la vida no es un juego. Los argentinos somos como el tango, en una palabra “El lamento del cornudo”. Porque esto es precisamente lo que mejor ensayamos, el conjunto de gemidos que generalmente desplegamos luego de haber pasado por las urnas. Primero nos matamos por salir en la foto del ganador, ya que somos excelentes caballos para atarnos al carro del vencedor, y cuando el susodicho cae en desgracia, es decir mostró las uñas, nos hacemos a un costado y juramos por nuestra madres que nunca nadie lo votó. Por lo que ¿cómo llegó el candidato? Es todo un misterio.

En este país, donde todo pretendemos arreglarlo en largas charlas de café, extendemos nuestra existencia en el plano de lo que mejor creemos saber jugar, que es la ruleta rusa

El verbo en primera persona y la venta del sufragio…

Si en algo somos excelentes, es la conjugación de los verbos. Solo que nos quedamos dormidos en el ‘yo’ y jamás volvimos a despertarnos, por lo que no nos enteramos que luego venía: ‘Tu, él, nosotros, vosotros y ellos’. Y eso, porque solo miramos hacia adentro y nunca hacía afuera. Somos como los bancos, vivimos del interés y del lado del escritorio que ocupamos. Y al discurso lo cambiamos en el aire como el curso del balón en las chilenas de Palermo. El único candidato que sirve es aquel que accede a nuestros requerimientos, por ello salimos a vender el voto al mejor postor. Si nos pagan la luz y el gas o el teléfono, nos consiguen la suficiente harina (marca ‘Currito’ 7 ceros) como para hacer por mucho tiempo unos buenos meses de ñoquis, entonces ese es el ‘elegido’. En una palabra hacemos como en la época de Cristo, que el mesías que esperaban o pretendían era un guerrero que repartiera el botín, pero como el que llegó era alguien con el que la mentira, el abuso, la deshonestidad, y todo aquello que tuviese que ver con una vida promiscua no conjugaba ninguna forma de vida para el pueblo pretendiente, fue que prefirieron a Barrabás. ¡Oh casualidad! El mismo candidato que usted vota siempre. Y, es precisamente, al que -presiento- la ciudadanía va a votar en esta ocasión, perdón… quise decir, como de costumbre.

Conclusiones…

Si en cada proceso eleccionario se repiten los mismos argumentos, los mismos diagnósticos y los mismos recetarios, el mismo argumento publicitario, la sensación que debiera rodearnos es que nunca se cumplió con la palabra empeñada. Pero lejos estamos de tal entendimiento. Y uno nota la par que la gran mayoría de los ciudadanos no se cansan de repetir, frases tales, como: “Aquí todos sabemos la corrupción existente y quien es quien”, “que se vayan todos” etc. Por lo que no puede existir entonces otro intelecto que, por lo que si esta premisa debe ser tomada por cierta, por cierta también debe tomarse entonces que la gran mayoría es solo cómplice de todas las desgracias y vicisitudes que vive nuestra nación a lo largo de los años. Esto, si tenemos en cuenta que el que se impone en una elección es aquel que logró la mayor cantidad de votos. Por lo que la reflexión final que nos antecede, no es otra más, que: por culpa de la gran mayoría de ignorantes y/o ventajistas que habitan este país, el resto paga faltas que no debiera.

El argentino de por sí en toda la biósfera de su idiosincrasia, es un oportunista por naturaleza, y casi nada afecto al sacrificio y a la tolerancia

Moraleja…

“Si vota con el bolsillo… no evitará que le roben”.

PD: Recomiendo leer “El atroz encanto de ser Argentino” de Marcos Aguinis.


Sobre esta noticia

Autor:
J. M. Peláez Garrido (8 noticias)
Visitas:
1749
Tipo:
Opinión
Licencia:
Creative Commons License
¿Problemas con esta noticia?
×
Denunciar esta noticia por

Denunciar

Comentarios

Aún no hay comentarios en esta noticia.