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Desde que huyó de Kiev hace un año, se cree que el expresidente ucraniano Viktor Yanukovich vive en Sochi y está deprimido, unos rumores alimentados por el silencio del Kremlin sobre su nueva vida en Rusia.
Yanukovich se fue deprisa y corriendo el 21 de febrero de 2014, después de que las fuerzas de seguridad abrieran fuego contra los manifestantes proeuropeos que pedían su dimisión en Kiev. Primero, viajó al este de Ucrania, su feudo electoral. En su huida, pasó por los lugares que se acabarían convirtiendo en escenario del futuro conflicto: Jarkov, la península de Crimea (anexionada por Rusia), Lugansk y Donetsk. Estas dos últimas son las capitales autoproclamadas de las repúblicas separatistas prorrusas.
Su periplo terminó en Rostov del Don, en el sur de Rusia, donde se cree que se alojó en casa de "un viejo amigo".
"Lo digo con franqueza: Yanukovich pidió ser llevado a Rusia y lo hicimos", reveló meses más tarde el presidente ruso, Vladimir Putin.
Destituido por el nuevo Parlamento ucraniano tras ser acusado de la muerte de 82 manifestantes, Yanukovich dio varias ruedas de prensa e hizo declaraciones en las que pedía a Putin el envío del ejército ruso al este de Ucrania, donde estalló una guerra. Ucrania lo acusa de financiar a la rebelión prorrusa.
Su anfitrión, Putin, lo considera un hombre "sin futuro político". A finales de mayo, Yanukovich dijo que respetaba "la elección" del pueblo ucraniano, que se disponía a elegir a Petro Poroshenko como presidente. Fue su última declaración a la prensa.
"Yanukovich ha desaparecido de la Historia. O más bien, se ha evadido", asegura el analista ruso Alexander Konovalov, presidente del Instituto de estudios estratégicos.
- De Moscú a Sochi -
Empieza entonces para el presidente un periodo alejado de los focos. Inicialmente, la prensa rusa lo sitúa en una zona acomodada de las afueras de Moscú, en Barvikha, un gueto de ricos. Según uno de sus vecinos, Oleg Mitvol, un exprefecto de la región de Moscú citado por la prensa, Yanukovich desembolsó 45, 6 millones de euros por una mansión de 2.800 metros cuadrados. Su nueva casa, con dos hectáreas de jardín, se encontraba a unos pasos de una residencia presidencial del Kremlin, pero era bastante más pequeña que su palacio de Kiev, dotado de un parque de 140 hectáreas y de golf privado y convertido en "museo de corrupción". El expresidente -todavía casado oficialmente- vivió en su nueva mansión con la hermana de su antigua cocinera, con la que ya mantenía una relación antes de irse de Kiev, y con la hija que tuvo en su primer matrimonio, revela Mitvol.
En junio de 2014, Yanukovich, de 64 años, se fue de Moscú para aislarse en una 'dacha' de lujo en Sochi, al pie del Cáucaso ruso, afirmó el prefecto ruso, sin explicar los motivos de esta huida repentina.
Parte de la prensa ucraniana afirma que cayó en el alcoholismo y en la depresión.
Un consejero del ministro del Interior ucraniano, Anton Gerashchenko, afirma que recibió la nacionalidad rusa por decreto de Putin. Pero el Kremlin no ha confirmado nunca esta hipótesis y guarda silencio. "Las relaciones entre Yanukovich y Rusia nunca han sido fáciles y esto tiene un impacto sobre la situación actual", recuerda Konstantin Kalachev, del Grupo de Expertos Políticos. "Rusia lo alberga, es cierto, pero no hace más que tolerarlo".
Ante la proximidad del aniversario de su destitución, las televisiones rusas controladas por el Estado multiplican los reportajes sobre el expresidente, poniendo énfasis en los errores y los presuntos delitos cometidos por él. Hasta ahora, había sido presentado como una víctima de un golpe de Estado. "Parece que Rusia comienza una campaña de difamación contra Yanukovich. Cada día parece más un rehén de Rusia que un invitado de lujo", destaca Kalachev.
El expresidente, objeto de una orden de búsqueda internacional emitida por Interpol, "no puede ser usado en la crisis ucraniana ni para la propaganda" rusa, estima. "Se expone a ser extraditado cuando le venga bien a Rusia", predice Kalachev.